Page 168 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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Otros jeroglíficos que aparecen en relación con Isis no son menos curiosos que

  los ya descritos, pero resulta imposible enumerarlos a todos, porque los herméticos
  egipcios usaban indistintamente muchos símbolos. La diosa llevaba a menudo en la

  cabeza un sombrero hecho de ramas de ciprés, como muestra de duelo por su esposo

  muerto y también por la muerte física por la que tenían que pasar todas las criaturas

  para  recibir  una  nueva  vida  en  la  posteridad  o  en  una  resurrección  periódica.  La
  cabeza de Isis a veces aparece adornada con una corona de oro o una guirnalda de

  hojas  de  olivo,  como  marcas  evidentes  de  su  soberanía  como  reina  del  mundo  y

  señora  de  todo  el  universo.  La  corona  de  oro  representa  también  la  untuosidad

  aurífica o la grasitud sulfurosa del fuego solar y el vital que ella otorga a todos los
  individuos  mediante  la  circulación  constante  de  los  elementos;  esta  circulación  se

  simboliza con el cascabel musical que lleva en la mano. El sistro también es el símbolo

  yónico de la pureza.
       Una  serpiente  entrelazada  con  las  hojas  de  olivo  que  lleva  en  la  cabeza  y  que

  devora su propia cola indica que aquella untuosidad aurífica estaba manchada con el

  veneno  de  la  corrupción  terrestre  que  la  rodeaba  y  que  había  que  mortificarla  y
  purificarla mediante siete circulaciones o purificaciones planetarias, llamadas «águilas

  flotantes» (en la terminología alquímica), para volverla medicinal y capaz de devolver

  la salud. (Aquí se reconocen las emanaciones del sol como una medicina que cura las

  enfermedades  humanas).  Las  siete  circulaciones  planetarias  se  representan  mediante
  las circunvalaciones de la logia masónica, mediante la marcha de los sacerdotes judíos

  siete veces en torno a las murallas de Jericó y la de los sacerdotes musulmanes siete

  veces en torno a la Kaaba de La Meca. De la corona de oro salen tres cuernos de la

  abundancia, como símbolo de la gran cantidad de dones de la naturaleza que proceden
  de una sola raíz que tiene su origen en los cielos (la cabeza de Isis).

       En esta figura, los naturalistas paganos representan todos los poderes vitales de los

  tres reinos y familias de tipo sublunar: el mineral, el vegetal y el animal. (El hombre se
  considera animal). En una de sus orejas estaba la luna y en la otra, el sol, para indicar

  que  estos  dos  eran  los  principios  agente  y  paciente,  o  padre  y  madre,  de  todos  los

  objetos  naturales  y  que  Isis,  o  la  Naturaleza,  utiliza  estos  dos  luminares  para

  comunicar sus poderes a toda la familia de animales, vegetales y minerales. En la nuca
  tenía los caracteres de los planetas y los signos del Zodiaco que asistían a los planetas

  en sus funciones, lo cual significaba que las influencias celestiales dirigían los destinos

  de los principios y los espermas de todas las cosas, porque eran los que gobernaban

  todos  los  cuerpos  sublunares,  que  transformaban  en  pequeños  mundos  hechos  a
  imagen y semejanza del gran universo.
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