Page 172 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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algunas veces se representa a Isis embarazada.

       La estatua de Isis a menudo iba acompañada por la figura de un gran buey blanco
  y negro, que representa a Osiris como Tauro, el toro del Zodiaco, o Apis, un animal

  consagrado a Osiris, por sus marcas y sus colores peculiares. Entre los egipcios, el

  toro  era  una  bestia  de  carga:  por  consiguiente,  la  presencia  del  animal  servía  para

  recordar  las  labores  que  con  paciencia  realizaba  la  Naturaleza  para  que  todas  las
  criaturas  tuvieran  vida  y  salud.  Harpócrates,  el  dios  del  silencio,  que  se  llevaba  los

  dedos  a  la  boca,  acompañaba  muchas  veces  a  la  estatua  de  Isis.  Nos  advierte  que

  ocultemos los secretos de los sabios a aquellos que no son dignos de conocerlos.

       Los  druidas  de  Britania  y  la  Galia  tenían  un  profundo  conocimiento  de  los
  misterios de Isis y la adoraban bajo el símbolo de la luna. Para Godfrey Higgins es un

  error considerar a Isis como sinónimo de la luna. La luna fue elegida para Isis por su

  dominio sobre el agua. Para los druidas, el sol era el padre y la luna la madre de todas
  las cosas y mediante estos símbolos adoraban a la naturaleza universal.

       La  figura  de  Isis  se  utiliza  a  veces  para  representar  las  artes  ocultas  y  mágicas,

  como  la  nigromancia,  la  invocación,  la  hechicería  y  la  taumaturgia.  En  uno  de  los
  mitos relacionados con ella, dicen que Isis había conjurado al dios invencible de las

  Eternidades, Ra, para que le revelara su nombre secreto y sagrado y que él se lo dijo.

  Aquel  nombre  equivale  a  la  Palabra  Perdida  de  la  masonería,  mediante  la  cual

  cualquier mago puede obligar a las divinidades invisibles y superiores a obedecerlo.
  Los sacerdotes de Isis llegaron a ser expertos en el uso de las fuerzas invisibles de la

  Naturaleza.  Conocieron  el  hipnotismo,  el  mesmerismo  y  otras  prácticas  similares

  mucho antes de que el mundo moderno soñara con su existencia.

       Plutarco  describe  los  requisitos  de  los  seguidores  de  Isis  con  estas  palabras:
  «Porque,  así  como  no  es  la  longitud  de  la  barba  ni  la  tosquedad  del  hábito  lo  que
  constituye  un  filósofo,  tampoco  el  afeitado  frecuente  ni  el  mero  hecho  de  llevar
  vestiduras de hilo convierten a uno en devoto de Isis; por el contrario, solo podrá ser
  un  fiel  servidor  o  seguidor  de  esta  diosa  quien,  después  de  escuchar  y  de

  familiarizarse como corresponde con la historia de los actos de estos dioses, indague
  en  las  verdades  ocultas  que  están  escondidas  tras  ellos  y  lo  analice  todo  según  los
  dictados de la razón y la filosofía».

       Durante  la  Edad  Media,  los  trovadores  de  Europa  Central  preservaron  en

  canciones las leyendas de esta diosa egipcia y compusieron sonetos a la mujer más
  hermosa del mundo. Aunque pocos llegaron a descubrir su identidad, ella era Sophia,

  la Virgen de la Sabiduría, a la que todos los filósofos del mundo habrían cortejado.

  Isis representa el misterio de la maternidad, que, para los antiguos, era la prueba más

  evidente de la sabiduría omnisciente de la Naturaleza y del poder dominante de Dios.
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