Page 176 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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IX
EL SOL, UNA DIVINIDAD UNIVERSAL
La adoración del sol era una de las formas de manifestación religiosa más primitivas y
naturales Las complejas teologías modernas no son más que complicaciones y
ampliaciones de aquella sencilla creencia original. La mente primitiva reconocía el
poder benefactor de la esfera solar y la adoraba como representante de la Divinidad
Suprema. Con respecto al origen del culto al sol, Albert Pike hace la siguiente breve
exposición en su Moral y dogma del rito escocés antiguo y aceptado: «Para ellos [los
pueblos aborígenes], [el sol] era el fuego innato de los cuerpos, el fuego de la
naturaleza; autor de la vida, el calor y la ignición, era para ellos la causa eficiente de
toda generación, porque, sin él, no había movimiento, existencia ni forma. Para ellos
era inmenso, indivisible, imperecedero y omnipresente. Todos los hombres sentían la
necesidad de la luz y de su energía creativa y a nada temían más que a su ausencia.
Por sus influencias benéficas, lo identificaban con el principio del Bien, de modo que
el Brahma de los hindúes, el Mitra de los persas, el Atón, Amón, Ptah y Osiris de los
egipcios, el Bel caldeo, el Adonai fenicio, el Adonis y el Apolo de los griegos llegaron
a ser personificaciones del Sol, el principio regenerador, la imagen de la fecundidad
que perpetúa y rejuvenece la existencia del mundo».