Page 179 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
P. 179
asumía la naturaleza del signo en el que entraba o, de lo contrario, que lo derrotaba.
Por consiguiente, el sol se convertía en toro en Tauro y era adorado como tal por los
egipcios, con el nombre de Apis, y por los asirios con el de Bel, Baal o Bul. En Leo, el
sol se transformaba en asesino de leones, Hércules, y en arquero en Sagitario: en
Piscis, era pez: Dagon o Vishnu, el dios-pez de los filisteos y los hindúes».
Mediante un análisis exhaustivo de los sistemas religiosos del paganismo se
descubren muchas pruebas de que sus sacerdotes servían a la energía solar y que su
Divinidad Suprema era, en todos los casos, aquella Luz Divina personificada. Después
de investigar durante treinta años sobre el origen de las creencias religiosas, Godfrey
Higgins opina lo siguiente: «Todos los dioses de la Antigüedad se descomponían a sí
mismos en el fuego solar, a veces como el mismo dios y otras veces como emblema, o
shejiná, de aquel principio superior, conocido con el nombre de Ser o Dios creativo».
En muchas de sus ceremonias, los sacerdotes egipcios se vestían con pieles de
león, que eran símbolos de la esfera solar, porque el sol es ensalzado, se le dignifica y
ocupa un lugar privilegiado en la constelación de Leo, que él rige y que en otro
tiempo fue la piedra angular del arco celeste. Una vez más, Hércules es la divinidad
solar, porque este poderoso cazador, al cumplir sus doce trabajos —lo mismo que el
sol cuando atraviesa las doce casas del Zodiaco—, cumple durante su peregrinación
doce trabajos esenciales y benéficos para la raza humana y para la naturaleza en
general. Hércules, como los sacerdotes egipcios, llevaba como faja la piel de un león.
Sansón, el héroe hebreo, es también —como su nombre implica— una divinidad
solar. Su combate con el león nubio, sus batallas contra los filisteos, que representan
los poderes de la oscuridad, y su memorable hazaña de arrancar las puertas de Gaza
hacen referencia a aspectos de la actividad solar. Muchos de los pueblos antiguos
tenían más de una divinidad solar; de hecho, se suponía que todos los dioses eran
partícipes, al menos en parte, del fulgor del sol.
Los ornamentos dorados que utiliza la clase sacerdotal de las distintas religiones
del mundo son, una vez más, una referencia sutil a la energía solar, como lo son
también las coronas de los reyes. En tiempos antiguos, las coronas tenían una cantidad
de puntas que se extendían hacia fuera como los rayos del sol, pero el
convencionalismo moderno ha suprimido en muchos casos las puntas o, de lo
contrario, las ha doblado hacia dentro, las ha reunido y ha colocado una esfera o una
cruz en el punto en el que se encuentran. Muchos de los antiguos profetas, filósofos y
dignatarios llevaban un cetro, en cuya parte superior había una representación del
globo solar, del que emanaban rayos. Todos los reinos de la tierra no eran más que
copias de los reinos del cielo y lo que mejor simbolizaba los reinos del cielo era el