Page 169 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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Isis sostiene en la mano derecha un pequeño velero, cuyo mástil es el huso de una
rueca. De la parte superior del mástil sale una jarra de agua, cuya asa tiene la forma de
una serpiente hinchada de veneno, para indicar que Isis conduce la barca de la vida,
llena de dificultades y desgracias, por el océano tormentoso del Tiempo. El huso
simboliza el hecho de que ella hila y corta el hilo de la Vida. Estos emblemas
significan, además, que en Isis abunda la humedad, con la cual nutre todos los
cuerpos naturales y los preserva del calor del sol, humedeciéndolos con la humedad
nutritiva de la atmósfera. La humedad favorece la vegetación, pero aquella humedad
sutil (el éter de la vida) siempre está más o menos contaminada por algún veneno
procedente de la corrupción o la descomposición y, para purificarla, hay que ponerla
en contacto con el invisible fuego limpiador de la naturaleza, que la digiere,
perfecciona y revitaliza, para convertirla en una panacea universal que cure y renueve
todos los cuerpos de la naturaleza.
La serpiente muda de piel todos los años y de este modo se renueva: es el símbolo
de la resurrección de la vida espiritual a partir de la naturaleza material. Esta
renovación de la tierra tiene lugar todas las primaveras, cuando el espíritu vivificador
del sol vuelve a los países del hemisferio norte.
La Virgen simbólica lleva en la mano izquierda un sistro y un címbalo, o una
estructura de metal cuadrada que, cuando se golpea, emite la nota de la naturaleza
(Fa); a veces también una rama de olivo, para indicar la armonía que mantiene entre
los objetos naturales con su poder regenerador. Mediante los procesos de la muerte y
la corrupción, da vida a un montón de criaturas de diversas formas durante períodos
de cambio perpetuo. El címbalo se hace cuadrado, en lugar de tener la forma
triangular habitual, para simbolizar que todas las cosas se transmutan y se regeneran
según la armonía de los cuatro elementos.
El doctor Sigismund Bacstrom creía que si un médico podía establecer armonía
entre los elementos de la tierra, el fuego, el aire y el agua, y podía unirlos en una
piedra —la piedra filosofal, simbolizada por la estrella de seis puntas o por los dos
triángulos entrelazados—, dispondría de los medios para curar todas las
enfermedades. El doctor Bacstrom afirmaba, además, que a él no le cabía la menor
duda de que el fuego (el espíritu) universal y omnipresente de la naturaleza «lo hace
todo y lo es todo en todo». Por atracción, repulsión, movimiento, calor, sublimación,
evaporación, desecación, condensación, coagulación y fijación, el fuego (el espíritu)
universal manipula la materia y se manifiesta en toda la creación. Cualquier individuo
que comprenda estos principios y los adapte a los tres departamentos de la naturaleza
se convierte en un verdadero filósofo.