Page 204 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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el hombre era como los ángeles: no conocía el bien ni el mal. Cayó en el estado de
conocer el bien y el mal cuando los dioses le dieron la semilla de la naturaleza mental.
A partir de sus reacciones mentales frente a sus entornos, destila el producto de la
experiencia, que a continuación le ayuda a recuperar su posición perdida, además de
una inteligencia individualizada. Decía Paracelso: «El cuerpo procede de los
elementos; el alma, de las estrellas, y el espíritu, de Dios. Todo lo que el intelecto
puede concebir procede de las estrellas [los espíritus de las estrellas, más que las
constelaciones materiales]».
La constelación de Capricornio, en la cual, teóricamente, se produce el solsticio de
invierno, era llamada «la casa de la muerte», porque en invierno toda la vida en el
hemisferio norte pasa por su peor momento. Capricornio es una criatura compuesta:
tiene la cabeza y la parte superior del cuerpo de cabra y la cola de pescado. En esta
constelación, el sol está más débil en el hemisferio norte y, después de pasar por ella,
de inmediato empieza a crecer. Por eso decían los griegos que Júpiter (un nombre de
la divinidad solar) era amamantado por una cabra. John Cole, en A Treatise on the
Circular Zodiac of Tentyra, in Egypt, brinda una nueva perspectiva del simbolismo
zodiacal: «El símbolo de la cabra saliendo del cuerpo de un pez [Capricornio]
representa, por consiguiente y con la máxima propiedad, los edificios descomunales
de Babilonia, que surgen de su situación baja y pantanosa; los dos cuernos de la cabra
son emblemas de las dos ciudades: Nínive y Babilonia; la primera construida a orillas
del Tigris y la segunda, a orillas del Éufrates, aunque las dos estaban sometidas al
mismo soberano».
El período de 2160 años necesario para la regresión del sol a través de una de las
constelaciones del Zodiaco se suele denominar «era». Según este sistema, la era
recibía el nombre del signo que atravesaba el sol, año tras año, al cruzar el ecuador en
el equinoccio vernal. Así, podemos hablar de la era de Tauro, la era de Aries, la era de
Piscis y la era de Acuario. Durante estos períodos, o eras, el culto religioso adopta la
forma del signo celeste correspondiente, el que se dice que el sol adopta como
personalidad, del mismo modo en que un espíritu asume un cuerpo. Estos doce signos
son las joyas de su peto y su luz reluce desde ellas, una después de otra.
Después de analizar este sistema, se comprende enseguida por qué se adoptaron
determinados símbolos religiosos durante diferentes etapas de la historia del mundo,
porque, durante los 2160 años en los que el sol estuvo en la constelación de Tauro,
dicen que la divinidad solar asumió el cuerpo de Apis y el toro se convirtió en sagrado
para Osiris. [44] Durante la era de Aries, se consideraba sagrado el cordero y a los
sacerdotes los llamaban «pastores». En los altares se sacrificaban ovejas y cabras y se
designó un chivo expiatorio para descargar en él los pecados de Israel.