Page 201 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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ha atravesado el ecuador en el equinoccio vernal en la constelación de Piscis (los dos
peces). Durante los 2160 años previos, lo había cruzado por la constelación de Aries
(el carnero) y, antes de eso, el equinoccio vernal estaba en el signo de Tauro (el toro).
Es probable que se asignaran a esta constelación la forma del toro y sus tendencias
porque los antiguos lo usaban para arar los campos y la estación dedicada a arar y
hacer surcos coincidía con la época en la que el sol llegaba al segmento del cielo
llamado Tauro.
Albert Pike describe con estas palabras la veneración que sentían los persas por
este signo y el método de simbolismo astrológico que estaba de moda entre ellos: «En
lo alto de la cueva de iniciación de Zaratustra estaban representados el Sol y los
Planetas con oro y piedras preciosas, así como también el Zodiaco. El Sol aparecía por
detrás de Tauro». En la constelación del Toro también se hallaban las «siete hermanas»
—las sagradas Pléyades—, famosas para la masonería como las siete estrellas que
aparecen en el extremo superior de la escalera sagrada.
En el antiguo Egipto, precisamente durante este período —cuando el equinoccio
vernal estaba en el signo de Tauro—, el buey Apis se consagraba al Dios Sol, al que se
adoraba por medio del animal equivalente al signo celestial que había impregnado con
su presencia en el momento de entrar en el hemisferio norte. Este es el significado del
antiguo dicho según el cual el toro celestial «rompía el huevo del año con los
cuernos».
En The Mythological Astronomy of the Ancients Demonstrated, Sampson Arnold
Mackey destaca dos puntos muy interesantes con respecto al toro en el simbolismo
egipcio. Mackey opina que el movimiento de la tierra que conocemos como la
alternancia de los polos ha provocado un gran cambio en la posición relativa del
ecuador y la banda zodiacal. Cree que en un principio la banda del Zodiaco formaba
un ángulo recto con el ecuador y que el signo de Cáncer quedaba frente al Polo Norte
y el signo de Capricornio frente al Polo Sur. Es posible que el símbolo órfico de la
serpiente enroscada en el huevo intente demostrar el movimiento del sol con respecto
a la tierra en estas condiciones Para corroborar su teoría, Mackey menciona, entre
otras cosas, el laberinto de Creta, el nombre de Abraxas y la fórmula mágica
«abracadabra». Con respecto a «abracadabra», afirma lo siguiente:
«Sin embargo, la lenta y progresiva desaparición del Toro se conmemora
felizmente en la serie de letras que desaparecen y que expresan
categóricamente el gran hecho astronómico. Porque Abracadabra es el Toro, el
único Toro. La antigua frase descompuesta en las partes que la componen