Page 282 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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una de las partes que la componen.

       Hay dos tipos de números: los impares y los pares. Como la unidad, o sea el 1,
  siempre es indivisible, el número impar no se puede dividir en dos partes iguales. Por

  eso,  9  es  4  +  1  +  4  y  la  unidad  del  centro  es  indivisible.  Asimismo,  si  cualquier

  número impar se divide en dos partes, una de ellas siempre será impar y la otra par.

  Por ejemplo, 9 puede ser 5 + 4, 3 + 6, 7 + 2 u 8 + 1. Para los pitagóricos, el número
  impar —cuyo prototipo era la mónada— era definido y masculino. Sin embargo, no

  todos  coincidían  en  cuanto  a  la  naturaleza  de  la  unidad,  o  el  1.  Para  algunos  era

  positiva, porque, si se sumaba a un número par (negativo) producía un número impar

  (positivo). Otros demostraron que si se añade la unidad a un número impar, este se
  convierte en par, con lo cual lo masculino se convierte en femenino. Por consiguiente,

  la unidad, o el 1, se consideraba un número andrógino, que participaba tanto de los

  atributos  masculinos  como  de  los  femeninos,  y  era,  por  consiguiente,  tanto  impar
  como  par.  Por  este  motivo,  los  pitagóricos  la  llamaban  parmente  impar.  Los

  pitagóricos  tenían  la  costumbre  de  ofrecer  como  sacrificio  un  número  impar  de

  objetos a los dioses superiores; en cambio, a las diosas y los espíritus subterráneos les
  ofrecían una cantidad par.

       Todo número par se puede dividir en dos partes iguales, que siempre son las dos

  impares o las dos pares. Por ejemplo, 10 dividido en dos partes iguales da 5 + 5: dos

  números impares. El mismo principio se aplica también cuando 10 se divide de forma
  desigual. Por ejemplo, en 6 + 4, las dos partes son pares; en 7 + 3, las dos partes son

  impares; en 8 + 2, las dos partes son, una vez más, pares, y en 9 + l, las dos son, una

  vez  más,  impares.  En  consecuencia,  en  los  números  pares,  independientemente  de

  cómo se dividan, las partes siempre serán las dos impares o las dos pares. Para los
  pitagóricos, el número par —cuyo prototipo era la díada— era indefinido y femenino.

       Los  números  impares  se  dividen  según  un  artilugio  matemático  —llamado  «la

  criba de Eratóstenes»— en tres clases generales: primos, no primos y primos entre sí,
  o coprimos.

       Los números primos son aquellos que no son divisibles más que por sí mismos y

  la unidad, como 3, 5, 7, 11, 13, 17, 19, 23, 29, 31, 37, 41, 43, 47, etcétera. Por ejemplo,

  el 7 solo es divisible por 7, que cabe en sí mismo una sola vez, y por la unidad, que
  cabe siete veces.

       Los números no primos son aquellos que no solo son divisibles por sí mismos y

  por la unidad, sino también por algún otro número, como 9, 15, 21, 25, 27, 33, 39, 45,

  51, 57, etcétera. Por ejemplo, el 21 no solo es divisible por sí mismo y por la unidad,
  sino también por 3 y por 7.
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