Page 323 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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símbolo de Capricornio, entonces el intervalo de noventa grados entre estos dos
signos tendrá que corresponder al ocupado por los tres asesinos Desde un punto de
vista esotérico, la urna que contiene las cenizas de Hiram representa el corazón
humano. Saturno, el anciano que vive en el Polo Norte y lleva a los hijos de los
hombres una ramita de un árbol de hoja perenne (el árbol de Navidad), es conocido
entre los pequeños como Santa Claus, porque todos los inviernos trae el regalo de un
año nuevo.
El Sol martirizado es descubierto por Aries, un compañero, y en el equinoccio
vernal comienza el proceso de resucitarlo. Finalmente lo consigue el león de Judá,
que, en tiempos antiguos, ocupaba el puesto de la clave en el arco real del cielo. La
precesión de los equinoccios hace que diversos signos desempeñen el papel de
asesinos del sol durante las distintas épocas del mundo, aunque el principio implícito
sigue intacto. Esta es la historia cósmica de Hiram, el benefactor universal, el
arquitecto fogoso de la Casa de Dios, que se lleva a la tumba la Palabra Perdida que,
cuando se pronuncia, «resucita» la vida al poder y la gloria. Según el misticismo
cristiano, cuando la encuentran, la Palabra Perdida está en un establo, rodeada de
animales y marcada por una estrella. «Cuando el sol sale de Leo —escribe Robert
Hewitt Brown—, los días se empiezan a acortar claramente a medida que el sol
desciende hacia el equinoccio otoñal; entonces lo vuelven a matar los tres meses de
otoño, permanece muerto los tres meses de invierno y es resucitado otra vez por los
tres meses de verano. Todos los años se repite la gran tragedia y tiene lugar la gloriosa
resurrección.» [68]
Se dice que Hiram está «muerto», porque, en el individuo medio, la manifestación
de las fuerzas creativas cósmicas se limita a una expresión puramente física y, por
consiguiente, materialista. Obsesionado por su creencia en la realidad y la
permanencia de la existencia física, el hombre no establece ninguna relación entre el
universo material y el muro septentrional en blanco del templo. Del mismo modo que
se dice que la luz solar muere simbólicamente al acercarse al solsticio de invierno, se
puede decir que el mundo físico es el solsticio de invierno del espíritu. Al llegar al
solsticio de invierno, da la impresión de que el sol se queda inmóvil durante tres días,
al cabo de los cuales hace rodar la piedra del invierno y empieza su marcha triunfal
hacia el norte, en dirección al solsticio de verano. El estado de ignorancia se puede
comparar con el solsticio de invierno de la filosofía y el conocimiento espiritual, con
el solsticio de verano. Desde este punto de vista, la iniciación en los Misterios se
convierte en el equinoccio vernal del espíritu y en ese momento el Hiram que hay en