Page 324 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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el hombre pasa del reino de la mortalidad al de la vida eterna. El equinoccio otoñal es
análogo a la caída [69] mitológica del hombre, cuando el espíritu humano descendió a
los reinos del Hades al sumergirse en la ilusión de la existencia terrestre.
En An Essay on the Beautiful, Plotino describe el efecto mejorador que produce la
belleza en la conciencia cada vez mayor del hombre. Como encargado de la
decoración de la Casa Eterna, Hiram Abí encarna el principio embellecedor. La belleza
es fundamental para el desarrollo natural del alma humana. Los Misterios sostenían
que el hombre, al menos en parte, era producto de su entorno. Por consiguiente, les
parecía fundamental que cada persona estuviera rodeada de objetos que evocaran los
sentimientos más nobles y más elevados. Demostraron que se podía producir belleza
en la vida rodeando la vida de belleza. Descubrieron que las almas que estaban
siempre en presencia de cuerpos simétricos construían cuerpos simétricos y que las
mentes rodeadas de ejemplos de nobleza mental producían pensamientos nobles. Por
el contrario, si se obligaba a alguien a mirar una estructura innoble, la visión le
despertaría una sensación de bajeza que lo incitaría a cometer bajezas. Si en medio de
una ciudad se levantase un edificio desproporcionado, en esa comunidad nacerían
niños mal proporcionados y la vida de los hombres y las mujeres que contemplaran
aquella construcción asimétrica no sería armoniosa. Los hombres reflexivos de la
Antigüedad advirtieron que sus grandes filósofos eran una consecuencia natural de los
ideales estéticos de la arquitectura, la música y el arte establecidos como norma en los
sistemas culturales de aquella época.
La sustitución de la armonía de la belleza por la discordancia de lo fantástico
constituye una de las grandes tragedias de todas las civilizaciones. No solo eran
hermosos los dioses salvadores del mundo antiguo, sino que cada cual ejercía un
sacerdocio de la belleza e intentaba lograr la regeneración del hombre despertando en
él el amor por lo bello. Solo se puede conseguir que renazca la época dorada de la
fábula si se eleva la belleza a la dignidad que le corresponde, como cualidad
omnipresente e idealizante en el aspecto religioso, el ético, el sociológico, el científico
y el político de la vida. Los Arquitectos Dionisíacos se consagraban a «resucitar» su
espíritu maestro, la Belleza Cósmica, del sepulcro de la ignorancia material y el
egoísmo levantando edificios que eran ejemplos tan perfectos de simetría y
majestuosidad que en realidad constituían fórmulas mágicas con las cuales evocaban
el espíritu del Embellecedor martirizado, sepultado en un mundo materialista.
En los Misterios masónicos, el espíritu trino del hombre (la delta) se representa
mediante los tres Grandes Maestros de la logia de Jerusalén. Como Dios es el