Page 333 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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con  lo  cual  el  joven  obnubilado  recuperó  de  inmediato  la  compostura,  recogió  los

  manojos de leña y regresó tranquilamente a su casa.
       Cuentan también que Empédocles, discípulo de Pitágoras, al cambiar rápidamente

  el modo de una composición musical que estaba interpretando, salvó la vida de su

  anfitrión,  Anquito,  cuando  este  se  vio  amenazado  de  muerte  por  la  espada  de  una

  persona a cuyo padre había condenado a ser ejecutado públicamente. También se sabe
  que  Esculapio,  el  médico  griego,  curaba  la  ciática  y  otras  enfermedades  nerviosas

  haciendo sonar con fuerza una trompeta en presencia del paciente.

       Pitágoras curaba numerosas dolencias del espíritu, el alma y el cuerpo haciendo

  tocar  en  presencia  del  enfermo  ciertas  composiciones  musicales  preparadas
  especialmente o recitando en persona breves selecciones de algunos de los primeros

  poetas, como Hesíodo y Homero. En su universidad de Crotona, era habitual que los

  pitagóricos comenzaran y acabaran la jornada con canciones: las de la mañana estaban
  calculadas para aclarar la mente después del sueño e inspirarla para las actividades del

  día que comenzaba y las de la noche eran tranquilizadoras, relajantes y propicias para

  el descanso. En el equinoccio vernal, Pitágoras hacía que sus discípulos se reunieran
  en un círculo en torno a uno de ellos que dirigía el canto y los acompañaba con una

  lira.

       Jámblico describe la música terapéutica de Pitágoras con estas palabras: «Y hay

  determinadas  melodías,  concebidas  como  remedios  contra  las  pasiones  del  alma  y
  también contra el abatimiento y la lamentación, que Pitágoras inventó como cosas que

  proporcionan  la  máxima  ayuda  para  estos  males  Además,  utilizaba  otras  melodías

  contra la cólera y el enojo y contra todas las anomalías del alma. También existe otro

  tipo de modulación, que se inventó como remedio contra los deseos».                              [71]
       Es  probable  que,  para  los  pitagóricos,  los  siete  modos  griegos  y  los  planetas

  estuvieran relacionados. Por ejemplo, Plinio declara que Saturno se mueve según el

  modo  dórico  y  Júpiter,  según  el  frigio.  Parece  también  que  los  temperamentos  se

  adaptan  a  los  distintos  modos  y  que  lo  mismo  ocurre  con  las  pasiones.  Por
  consiguiente,  el  enfado,  que  es  una  pasión  fogosa,  se  puede  acentuar  mediante  un

  modo fogoso o se puede neutralizar mediante un modo acuoso.

       Emil  Naumann  resume  con  estas  palabras  el  efecto  trascendental  que  ejercía  la

  música en la cultura griega: «Platón despreciaba la noción de que la única intención de
  la música fuese crear emociones alegres y agradables y mantenía, más bien, que debía

  inculcar amor a todo lo noble y desprecio a todo lo mezquino y que nada podía Muir

  más poderosamente en los sentimientos más íntimos del hombre que la melodía y el
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