Page 351 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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destructivo. Como las plagas llegaban por el aire, se simbolizaban mediante insectos o

  aves.
       Se  asignaban  formas  geométricas  hermosas  a  todas  las  condiciones  o  poderes

  naturales benéficos, mientras que a los antinaturales o los malignos se les asignaban

  figuras retorcidas y anómalas. El Maligno estaba espantosamente deformado o, de lo

  contrario,  tenía  la  naturaleza  de  algunos  animales  despreciables.  Según  una
  superstición popular de la Edad Media, el Diablo tenía patas de gallo, mientras que los

  egipcios asignaban a Tifón (el Diablo) el cuerpo de un cerdo.

       Se estudiaron cuidadosamente los hábitos de los insectos, con lo cual se tomaba a

  la  hormiga  como  emblema  de  la  laboriosidad  y  la  previsión,  ya  que  almacenaba
  provisiones para el invierno y también tenía fuerza para mover objetos que pesaban

  varias  veces  más  que  ella.  Las  langostas  que  descendían  en  forma  de  nubes  y  en

  algunas  partes  de  África  y  Asia  ocultaban  el  sol  y  destruían  todo  verdor  se
  consideraban  emblemas  adecuados  de  la  pasión,  la  enfermedad,  el  odio  y  los

  conflictos porque estas emociones destruyen todo lo bueno en el alma humana y dejan

  tras  ellas  un  desierto  árido.  En  el  folclore  de  diversas  naciones  se  otorga  una
  importancia especial a determinados insectos, pero los que han recibido veneración y

  consideración en todo el mundo son el escarabajo, el rey de los insectos: el escorpión,

  el gran traidor; la mariposa, el emblema de la metamorfosis, y la abeja, el símbolo de

  la laboriosidad.
       El  escarabajo  egipcio  es  una  de  las  figuras  simbólicas  más  extraordinarias  que

  haya concebido jamás la mente humana. Gracias a la erudición del clero, dejó de ser

  un simple insecto y, por la peculiaridad de sus hábitos y su aspecto, se convirtió en

  símbolo adecuado de la fuerza del cuerpo, de la resurrección del alma y del Creador
  eterno  e  incomprensible  en  Su  aspecto  de  Señor  del  Sol.  Sobre  la  adoración  del

  escarabajo por parte de los egipcios, E. A. Wallis Budge afirma lo siguiente:



       También se creía en la época primitiva que el cielo era un prado inmenso por

       el cual avanzaba poco a poco un escarabajo enorme, empujando el disco del
       sol.  Aquel  escarabajo  era  el  dios  del  cielo  y,  siguiendo  el  ejemplo  del

       escarabajo pelotero (Scarabaeus sacer), que hacía rodar con las patas traseras

       una  bola  que  se  suponía  que  contenía  sus  huevos,  los  antiguos  egipcios

       pensaban que la bola del dios del cielo contenía su huevo y que el sol era su
       hijo. Sin embargo, gracias a las investigaciones de monsieur J. H. Fabre, un

       entomólogo destacado, en la actualidad sabemos que la bola que hace rodar el

       Scarabaeus sacer no contiene sus huevos, sino excremento que servirá para
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