Page 385 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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los mundos principales. La rosa heráldica de la Edad Media por lo general tenía cinco
o diez pétalos, con lo cual muestra su relación con el misterio espiritual del hombre a
través de la patada y la década pitagóricas.
Cultus Arborum
El culto a los árboles como representantes de la divinidad era frecuente en todo el
mundo antiguo. A menudo se construían templos en el centro de las arboledas
sagradas y se celebraban ceremonias nocturnas bajo las ramas extendidas de grandes
árboles con adornos fantásticos y engalanados en honor de su divinidad patrona. En
muchos casos se creía que los propios árboles poseían los atributos de poder divino e
inteligencia y, por consiguiente, a menudo se dirigían a ellos las súplicas. Por su
belleza, dignidad, solidez y fuerza, los robles, los olmos y los cedros se adoptaron
como símbolos de poder, integridad, permanencia, virilidad y protección divina.
Para varios pueblos antiguos, entre los que destacan los hindúes y los
escandinavos, el Macrocosmos, o Gran Universo, era un árbol divino que crecía a
partir de una sola semilla sembrada en el espacio. Los griegos, los persas, los caldeos
y los japoneses tienen leyendas que describen el árbol o el junco axial en torno al cual
gira la tierra. Kapila afirma que el universo es el árbol eterno, Brahma, que nace de
una semilla imperceptible e intangible: la mónada material. Los cabalistas medievales
representaban la creación como un árbol con las raíces en la realidad del espíritu y las
ramas en la ilusión de la existencia tangible. Por eso, el árbol sefirótico de la Cábala
estaba invertido, con las raíces en el cielo y las ramas en la tierra. La señora Blavatsky
destaca que la Gran Pirámide se consideraba un símbolo de aquel árbol invertido, con
las raíces en el vértice de la pirámide y las ramas abriéndose en cuatro direcciones
hacia la base.
El árbol del universo de los escandinavos, Yggdrasil, sostiene en sus ramas nueve
esferas, o mundos, que los egipcios representaban mediante los nueve estambres del
aguacate. Todas caben dentro de la misteriosa décima esfera, o huevo cósmico, que es
la clave indefinida de los Misterios. El árbol cabalístico de los judíos también estaba
compuesto por nueve ramas, o mundos, que emanaban de la primera causa o corona,
que rodea sus emanaciones como la cáscara rodea el huevo. La única fuente de vida y
la diversidad infinita de su expresión tienen una analogía perfecta en la estructura del
árbol. El tronco representa el origen único de toda la diversidad; las raíces, bien
enterradas en la tierra oscura, simbolizan el nutrimiento divino, y la multiplicidad de