Page 449 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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de coherencia de estos seres. Los silfos actúan con los gases del cuerpo humano e,
indirectamente, con el sistema nervioso, donde también se nota su inconstancia. No
tienen domicilio fijo, sino que vagan de un lugar a otro: son nómadas elementales,
poderes invisibles, pero siempre presentes en la actividad inteligente del universo.
Observaciones generales
Algunos de los antiguos discrepaban de Paracelso y compartían la opinión de que los
reinos elementales eran capaces de luchar entre ellos; además, reconocían en los
enfrentamientos de los elementos los desacuerdos entre estos reinos de los espíritus de
la naturaleza. Cuando caía un rayo sobre una roca y la partía, creían que las
salamandras estaban atacando a los gnomos. Como no se podían atacar entre sí en el
plano de su propia esencia etérica, porque no había correspondencia vibratoria entre
los cuatro éteres de los que estaban compuestos estos reinos, tenían que atacar a través
de un denominador común, es decir, la sustancia material del universo físico en el
cual ejercían cierta cantidad de poder.
También se libraban guerras dentro de los propios grupos: un ejército de gnomos
atacaba a otro y estallaba entre ellos una guerra civil. Los filósofos de antaño resolvían
los problemas de las aparentes contradicciones de la naturaleza mediante la
individualización y la personificación de todas sus fuerzas, a las que atribuían un
carácter bastante parecido al humano, y a continuación esperaban que manifestaran las
típicas contradicciones humanas. Se asignaban los cuatro signos fijos del Zodiaco a
los cuatro reinos de los elementales. Se decía que los gnomos tenían la naturaleza de
Tauro; las ondinas, la naturaleza de Escorpio; las salamandras eran ejemplos de la
constitución de Leo, mientras que los silfos manipulaban las emanaciones de Acuario.
El cristianismo reunía a todos los seres elementales bajo el título de «demonio», un
nombre poco apropiado que ha tenido consecuencias de gran alcance, porque para la
persona corriente la palabra «demonio» quiere decir algo malo y los espíritus de la
naturaleza no son, en esencia, más malignos que los minerales, los vegetales y los
animales.
Muchos de los primeros Padres de la Iglesia afirmaban que se habían reunido y
habían debatido con los elementales.
Como ya hemos dicho, los espíritus de la naturaleza no tienen esperanza de
conseguir la inmortalidad, aunque algunos filósofos han sostenido que, en casos
aislados, les otorgaron la inmortalidad algunos adeptos e iniciados que conocían