Page 728 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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le tocó, con gran desilusión por su parte, una escalera pesada. Los que consiguieron
alas se las sujetaron a la espalda con tanta astucia que era imposible detectar que eran
artificiales. El anciano guardián encerró entonces a los «artistas» en la habitación
inferior de la torre, pero poco después se destapó un agujero redondo en el techo y
Virgo Lucífera invitó a todos a subir. Los que tenían alas salieron volando enseguida a
través de la abertura, los que tenían cuerdas tropezaron con muchas dificultades,
mientras que C. R. C., con su escalera, lo consiguió bastante rápido. En el segundo
piso, los invitados a la boda, los músicos y Virgo Lucífera se reunieron en torno a una
especie de fuente que contenía los cuerpos de las seis personas reales.
Virgo Lucífera puso entonces la cabeza del moro en un recipiente semejante a una
olla que había en la parte superior de la fuente y vertió encima las sustancias
preparadas el día anterior en el laboratorio. Las vírgenes pusieron lámparas debajo.
Aquellas sustancias, al hervir, atravesaron los agujeros que había a los lados de la olla
y, al caer en los cuerpos que había en la fuente de abajo, los disolvió. Una vez
reducidos al estado líquido los seis cuerpos reales, se abrió un grifo en el extremo
inferior de la fuente y el líquido pasó a un globo dorado inmenso que, una vez lleno,
pesaba muchísimo. Entonces se retiraron todos menos los invitados a la boda y poco
después se abrió, como antes, un agujero en el techo y los invitados subieron en tropel
al tercer piso, donde se colgó el globo de una cadena fuerte. Los muros del aposento
eran de cristal y había espejos dispuestos de tal manera que los rayos del sol se
concentraban en el globo central, que, por consiguiente, se calentó mucho.
Posteriormente se desviaron los rayos del sol y dejaron que el globo se enfriase, tras
lo cual lo abrieron con un diamante y quedó al descubierto un hermoso huevo blanco.
Virgo Lucífera lo cogió y se marchó con él.
Después de atravesar otra trampilla, los invitados se encontraron en el cuarto piso,
donde había una olla cuadrada llena de arena de cuarzo, calentada por un fuego suave.
Pusieron el gran huevo blanco sobre la arena para que madurara. Poco después se
cascó y salió un ave fea y malhumorada, a la que alimentaron con la sangre de las
personas reales decapitadas, diluida con agua preparada. Cada vez que le daban de
comer, sus plumas cambiaban de color: de negro pasaron a blanco y al final quedaron
de varios colores y el carácter del ave fue mejorando al mismo tiempo. Entonces se
sirvió la cena, tras la cual Virgo Lucífera se marchó con el ave. Los invitados subieron
con cuerdas, escaleras y alas al quinto piso, donde habían preparado una bañera
coloreada con un polvo blanco fino para el ave, que disfrutó del baño hasta que las
lámparas dispuestas debajo calentaron demasiado el agua. Cuando el calor había
hecho que el ave perdiera todas las plumas la sacaron, pero el fuego siguió encendido,