Page 724 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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entregó enseguida. La ceremonia de las balanzas acabó a eso de las diez de la mañana.
Una vez acordados los castigos que se impondrían a aquellos cuyos defectos se
habían puesto de manifiesto, se sirvió a todos una comida. Los pocos «artistas» que
habían superado la prueba —entre ellos C. R. C.— ocuparon los asientos principales,
tras lo cual, en nombre del novio, les entregaron el vellocino de oro y un león
volador. A continuación, Virgo Lucífera presentó a los invitados una copa magnífica y
dijo que el rey había pedido que todos compartieran su contenido. Después llevaron a
C. R. C. y a sus compañeros a unos andamios, desde donde contemplaron los
diversos castigos que sufrieron los que habían fracasado. Antes de marcharse del
palacio, cada uno de los invitados rechazados recibió un trago de olvido. Los elegidos
regresaron entonces al castillo, donde se asignó a cada uno un paje instruido que lo
condujo por las distintas partes del edificio. C. R. C. vio muchas cosas que sus
compañeros no tuvieron el privilegio de contemplar, incluido el sepulcro real, donde
aprendió «más de lo que existe en todos los libros». También visitó una biblioteca
magnífica y un observatorio que contenía un globo enorme, de nueve metros de
diámetro, en el que estaban marcados todos los países del mundo.
A la hora de cenar, los distintos invitados presentaron acertijos y C. R. C. resolvió
el que planteó Virgo Lucífera acerca de su propia identidad. Entonces entraron en el
comedor dos jóvenes y seis vírgenes con espléndidas vestiduras, seguidas por una
séptima que llevaba una corona. A esta última la llamaban «la duquesa» y la
confundieron con la novia hermética. La duquesa dijo a C. R. C. que él había recibido
más que los demás y, por consiguiente, debía devolver más. Después la duquesa pidió
a cada una de las vírgenes que levantara uno de los siete pesos que quedaban en el
salón. Dieron a Virgo Lucífera el más pesado, que fue colgado en la cámara de la reina
mientras entonaban un himno. La primera virgen colgó su peso en la segunda cámara
durante una ceremonia similar y así fueron procediendo, de habitación en habitación,
hasta colocar todos los pesos La duquesa dio entonces la mano a C. R. C. y a sus
compañeros y se retiró, seguida por sus vírgenes Entonces los pajes condujeron a los
invitados a sus dormitorios. En el que asignaron a C. R. C. había colgados tapices
extraordinarios y hermosas pinturas.
El cuarto día
Después de lavarse y de beber en el jardín de una fuente con varias inscripciones —
entre ellas, una que decía: «Bebed, hermanos, y vivid»—, los invitados, con Virgo