Page 835 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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por lograr la salvación del mundo. Se dieron alas a los Misterios (la virgen), que
volaron al desierto, y el dragón maligno trató de destruirlos con una inundación (de la
doctrina falsa), pero la tierra (el olvido) se tragó las doctrinas falsas y los Misterios
resistieron.
En el capítulo decimotercero se describe una gran bestia que salió del mar, con
siete cabezas y diez cuernos. Para Faber, este monstruo anfibio es el Demiurgo, o el
Creador del mundo, que surge del Océano del Caos Si bien para la mayoría de los que
interpretan el Apocalipsis las diversas bestias que se describen en él son típicas de las
fuerzas del mal, este punto de vista se debe —¡cómo no!— al desconocimiento de las
doctrinas antiguas de las cuales se desprende el simbolismo del libro. Desde el punto
de vista astronómico, el gran monstruo que sale del mar es la constelación de Cetus: la
ballena. Como para los ascetas religiosos el universo en sí era una mentira malvada
que trataba de engañarlos, llegaron a pensar que su Creador era un tejedor de
ilusiones. De este modo, el gran monstruo marino (el mundo) y su Creador (el
Demiurgo), cuya fuerza deriva del dragón del poder cósmico, acabaron por
personificarse en una bestia espantosa y destructiva que trataba de tragarse la parte
inmortal de la naturaleza humana. Las siete cabezas del monstruo representan las siete
estrellas (los espíritus) que componen la constelación de la Osa Mayor, que los
hindúes llaman rishis, o espíritus creativos cósmicos. Faber relaciona los diez cuernos
con los diez patriarcas primigenios, aunque también pueden denotar el antiguo
Zodiaco de diez signos.
El número de la bestia (666) constituye un ejemplo interesante del uso del
cabalismo en el Nuevo Testamento y entre los primeros místicos cristianos En la tabla
siguiente, Kircher demuestra que todos los nombres del Anticristo que daba Ireneo
tienen el 666 como equivalente numérico.