Page 893 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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miembro  de  la  familia  tranquilo,  aunque  muy  simpático  e  interesante,  y  en

       apariencia le gustaban todos los temas que surgían en la conversación. Era, en
       síntesis, una persona que no pasaba desapercibida y a la que todos respetaban,

       pocos  conocían  bien  y  a  la  que  nadie  se  atrevía  a  interrogar  acerca  de  sí

       misma, para averiguar de dónde procedía, cuánto tiempo se quedaría ni hacia

       dónde iría después.



       Por algo más que mera coincidencia, el comité designado por el Congreso de las
  colonias para diseñar una bandera aceptó la invitación de la misma familia en cuya

  casa se alojaba el Profesor, en Cambridge. Fue allí donde el general Washington se

  reunió con ellos para elegir un emblema apropiado. Por los signos que intercambiaron
  entre  ellos,  era  evidente  que  tanto  el  general  Washington  como  el  doctor  Franklin

  reconocieron al Profesor, que fue invitado por unanimidad a participar activamente en

  el comité. Durante la reunión posterior, el Profesor fue tratado con el máximo respeto
  y de inmediato se hizo todo lo que él sugirió. Presentó un modelo que consideraba

  adecuado simbólicamente para la nueva bandera, que fue aceptado sin dudar por los

  otros seis miembros del comité, que votaron para que la propuesta del Profesor fuera

  adoptada de inmediato. Después del episodio de la bandera, el Profesor desapareció
  discretamente y ya no se supo nada más de él.

       ¿Acaso el general Washington y el doctor Franklin reconocieron en el Profesor a

  un  emisario  de  la  escuela  mistérica  que  durante  tanto  tiempo  ha  controlado  los

  destinos  políticos  de  nuestro  planeta?  Benjamín  Franklin  era  filósofo  y  masón  y,
  posiblemente,  iniciado  rosacruz.  Él  y  el  marqués  de  Lafayette  —otro  hombre

  misterioso—  constituyen  dos  de  los  principales  eslabones  de  la  cadena  de

  circunstancias que culminaron con el establecimiento de las primeras trece colonias
  americanas  como  una  nación  libre  e  independiente.  Da  buena  fe  de  los  logros

  filosóficos del doctor Franklin el Poor Richard’s Almanac, publicado por él mismo

  durante  muchos  años  con  el  nombre  de  Richard  Saunders.  También  demuestra  su

  interés  por  la  causa  de  la  masonería  el  hecho  de  que  volviera  a  publicar  la
  Constitución de 1723 de Anderson, una obra peculiar y muy controvertida sobre el

  tema.

       El  segundo  de  estos  episodios  misteriosos  se  produjo  durante  la  tarde  del  4  de

  julio de 1776. En el viejo edificio de la legislatura estatal de Filadelfia se había reunido
  un grupo de hombres para la tarea memorable de cortar el último vínculo entre el país

  viejo  y  el  nuevo.  Era  un  momento  serio  y  no  pocos  de  los  presentes  temían  que

  pagarían aquel atrevimiento con su vida. En pleno debate, resonó una voz fortísima:
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