Page 421 - Dune
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en medio, y parecían los élitros de un insecto, planos y brillantes contra su cabeza.
           Sus rasgos de ave de presa parecían ceñudos.
               Tras Harah entró Alia, una niña de unos dos años.

               Viendo a su hija, Jessica se sintió impresionada una vez más por la semejanza de
           la niña con Paul, a su misma edad… la misma solemnidad en la interrogadora mirada
           de sus grandes ojos, los negros cabellos y la firmeza del trazo de su boca. Pero había

           sutiles  diferencias,  y  era  a  causa  de  ellas  que  la  mayor  parte  de  los  adultos
           encontraban  a  Alia  inquietante.  La  niña  —un  poco  más  que  una  lactante—  se
           comportaba  con  una  calma  y  una  seguridad  insólitas  para  su  edad.  Los  adultos  se

           sentían impresionados cuando se echaba a reír ante un sutil juego de palabras acerca
           del  sexo.  O  cuando,  prestando  oído  a  su  voz  infantil,  indistinta  aún  a  causa  del
           paladar  blando  todavía  no  formado,  descubrían  en  sus  palabras  observaciones  que

           testimoniaban una experiencia imposible en un bebé de dos años.
               Harah  se  hundió  en  un  montón  de  almohadones  con  un  exasperado  suspiro,  y

           frunció el ceño hacia Alia.
               —Alia —Jessica invitó a su hija a que se acercara.
               La  niña  se  acercó  a  su  madre,  dejándose  caer  a  su  vez  en  un  almohadón  y
           aferrándole una mano. El contacto de la carne reactivó aquella mutua consciencia que

           habían  compartido  antes  del  nacimiento  de  Alia.  No  era  una  participación  de
           pensamientos… aunque había algo de ello cuando Jessica transformaba el veneno de

           la especia durante una ceremonia. Era algo más amplio, una consciencia inmediata de
           otro destello de vida, una resonancia nerviosa que emocionalmente las convertía en
           una sola persona.
               Con la formalidad requerida para un miembro de la casa de su hijo, Jessica dijo:

               —Subakh ul kuhar, Harah. ¿Te hallas en buena salud?
               —Subakh  un  nar  —respondió  Harah  con  la  misma  tradicional  formalidad—.

           Estoy bien.
               Las palabras estaban desprovistas de tono. Suspiró de nuevo.
               Jessica notó que Alia estaba divertida.
               —La ghanima de mi hermano está disgustada conmigo —dijo Alia con su ligero

           balbuceo.
               Jessica  observó  el  término  que  había  usado  Alia  para  referirse  a  Harah…

           ghanima.  La  sutileza  del  lenguaje  Fremen  daba  a  esta  palabra  el  sentido  de  «algo
           conquistado  en  combate»,  y  el  modo  en  que  era  pronunciada  implicaba  que  este
           «algo»  no  era  usado  para  su  función  original.  Un  ornamento,  como  una  punta  de

           lanza usada de contrapeso para una cortina.
               Harah miró ceñudamente a Alia.
               —No intentes insultarme, niña. Conozco cual es mi lugar.

               —¿Qué es lo que has hecho esta vez, Alia? —preguntó Jessica.




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