Page 433 - Dune
P. 433

—¿Incluso  si  yo  digo  que  tendremos  que  volver  hacia  el  norte  apenas  haya
           terminado esta jornada?
               —Iremos al sur —repitió Paul.

               Un  sentido  de  inevitable  dignidad  circundó  a  Stilgar  mientras  ajustaba
           estrechamente sus ropas.
               —Tendremos Asamblea —dijo—. Enviaré los mensajes.

               Piensa que voy a desafiarle, pensó Paul. Y sabe que no puede vencerme.
               Hizo frente al sur, sintiendo el viento azotar sus expuestas mejillas, pensando en
           todas las necesidades que iban a condicionar sus decisiones.

               Ignoran cuál es la realidad, pensó.
               Sabía que no debía dejarse desviar por ninguna consideración. Debía mantenerse
           a cualquier precio en el camino de aquel huracán del tiempo que había podido ver en

           el futuro. En un momento determinado podría dominarlo, pero sólo si podía penetrar
           hasta el mismo corazón.

               No le desafiaré si puedo evitarlo, pensó. Si hay otra manera de impedir la jihad…
               —Para la comida de la tarde y la plegaria nos detendremos en la Caverna de los
           Pájaros,  al  otro  lado  de  la  Cresta  Habbanya  —dijo  Stilgar.  Clavó  él  mismo  unos
           garfios para equilibrar la marcha del hacedor, y señaló una lejana barrera rocosa que

           surgía en el desierto.
               Paul  estudió  la  cordillera,  las  grandes  vetas  rocosas  que  se  alzaban  como

           gigantescas olas. Ningún rastro de verdor, ninguna flor ablandaba la rigidez de aquel
           horizonte. Más allá de las montañas se abría la vía del sur, diez días y diez noches
           como mínimo, a la máxima velocidad posible de un hacedor.
               Veinte martilleadores.

               El camino les llevaría mucho más lejos de las patrullas Harkonnen. Sabía cómo
           era: sus sueños se lo habían mostrado. Un día, mientras seguían avanzando hacia el

           sur, habría un leve cambio en el color del horizonte… algo casi imperceptible, casi
           una ilusión debida a la esperanza… y entonces llegarían al nuevo sietch.
               —¿Muad’Dib  está  de  acuerdo  con  mi  decisión?  —preguntó  Stilgar.  Había  un
           levísimo toque de sarcasmo en su voz, pero los oídos Fremen a su alrededor, alertas a

           la menor variación en el grito de un pájaro o al mensaje desgranado por un ciélago,
           captaron el sarcasmo y miraron a Paul, esperando su reacción.

               —Stilgar oyó mi juramento de lealtad cuando consagramos a los Fedaykin —dijo
           Paul—. Mis comandos de la muerte saben que hablo con honor. ¿Acaso Stilgar duda
           de ello?

               Había un sincero dolor en la voz de Paul. Stilgar lo captó y bajó los ojos.
               —Nunca dudaré de Usul, el compañero de mi sietch —dijo—. Pero tú eres Paul-
           Muad’Dib, el Duque Atreides, y tú eres el Lisan al-Gaib, la Voz del Otro Mundo. A

           esos hombres no los conozco.




                                        www.lectulandia.com - Página 433
   428   429   430   431   432   433   434   435   436   437   438