Page 438 - Dune
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eran diabólicamente astutos.
               Gurney  consideraba  insoportable  la  astucia  y  el  valor  en  combate  de  aquellos
           nativos. Desplegaban un sofisticado conocimiento del arte de la guerra como nunca

           había  encontrado,  él  que  había  sido  adiestrado  por  los  mejores  combatientes  del
           universo antes de participar en batallas donde tan sólo sobrevivían los más fuertes.
               Examinó nuevamente el desierto, preguntándose de dónde provenía su creciente

           inquietud. Quizá el gusano que habían visto… pero estaba lejos, al otro lado de la
           cresta.
               Una cabeza apareció al lado de Gurney… el comandante de la factoría, un viejo

           pirata barbudo y tuerto, con un ojo azul y unos dientes de color lechoso a causa de su
           dieta de especia.
               —Parece  un  yacimiento  rico,  señor  —dijo  el  comandante  de  la  factoría—.

           ¿Vamos allá?
               —Sitúate en el borde de aquella cresta —ordenó Gurney—. Déjame desembarcar

           con  mis  hombres.  Podrás  avanzar  hasta  la  especia  desde  ahí.  Yo  y  mis  hombres
           echaremos un vistazo desde esas rocas.
               —De acuerdo.
               —En  caso  de  problemas  —dijo  Gurney—,  salva  la  factoría.  Nosotros

           escaparemos en los tópteros.
               El comandante de la factoría saludó.

               —De acuerdo, señor —desapareció a través de la abertura.
               Gurney escrutó de nuevo el horizonte. No podía desechar la posibilidad de que
           allí hubiera Fremen: estaban cruzando su territorio. Los Fremen le preocupaban, con
           su imprevisibilidad y dureza. Y había otras cosas que le contrariaban en aquel trabajo,

           pero  los  beneficios  eran  grandes.  El  hecho  de  que  fuera  imposible  enviar  a  los
           exploradores a mayor altura, por ejemplo. La necesidad de guardar silencio a través

           de la radio era otra cosa que aumentaba su inquietud.
               La factoría giró, iniciando el descenso. Se deslizó suavemente en dirección a la
           árida playa al pie de las rocas. Sus cadenas tocaron la arena.
               Gurney abrió la burbuja y se soltó el cinturón de seguridad. En el instante en que

           la factoría se detenía estaba ya en pie, saliendo fuera mientras el domo se cerraba a
           sus espaldas, deslizándose a lo largo de la cadena ayudándose con manos y pies y

           saltando a la arena más allá de la red de emergencia. Los cinco hombres de su guardia
           personal  salieron  con  él,  emergiendo  por  la  escotilla  delantera.  Otros  soltaron  la
           factoría del ala de acarreo. Esta alzó el vuelo, empezando a trazar círculos sobre la

           factoría.  Inmediatamente  las  cadenas  de  la  factoría  se  pusieron  en  movimiento,
           apartándola de la cresta rocosa en dirección a la oscura mancha de especia en medio
           de la arena.

               Un tóptero se lanzó en picado y tomó tierra en sus inmediaciones. Otro lo siguió,




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