Page 16 - Escritos sobre ocultismo y masonería
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LA MASONERÍA
Se inauguró la Asamblea Nacional, desde el punto de vista legislativo,
con la presentación, por parte de diputado, del proyecto de ley sobre
«asociaciones secretas». De tal orden es el proyecto, tanto en su naturaleza
como en su contenido, que no hay que felicitar al actual Parlamento por
haberle sido dada esa inauguración. Antes hay que decirle Absit omen!, o
sea, en portugués, Lange vá o agouro! [7]
Presentó el proyecto el Sr. José Cabral que, si no es dominico, debería
serlo, de tal modo su trabajo se integra, en naturaleza, como en contenido, en
las mejores tradiciones de los Inquisidores. El proyecto, que todos habrán
leído en los periódicos, establece varias y fuertes sanciones (con excepción
de la pena de muerte) para todos cuantos pertenezcan a lo que su autor llama
«asociaciones secretas, sean cuales fueren sus fines y organización».
Dada la latitud de esta definición, y considerando que por «asociación»
se entiende una agrupación más o menos permanente de hombres, ligados
por un fin común, y que por «secreto» se entiende lo que, por lo menos
parcialmente, no se hace a la vista del público o, si se lo hace, no se vuelve
completamente público, puedo, ahora mismo, denunciar al Sr. José Cabral
una asociación secreta: el Consejo de Ministros. Por lo demás, todo lo serio
o importante que se hace en reunión en este mundo, se hace secretamente. Si
no se reúnen en público los Consejos de ministros, tampoco lo hacen las
direcciones de los partidos políticos, las tenebrosas figuras que orientan los
clubes deportivos, o los siniestros comunistas que forman los consejos de
administración de las compañías comerciales e industriales.
Aunque una interpretación de este orden legítimamente se extraiga del
frasear poco nacionalista del Sr. José Cabral, creo, tanto porque así debe ser,
como por los encomios con que el proyecto fue alentado por la prensa,
pseudocristiana, que las «asociaciones secretas», a las que él verdaderamente
apunta, son aquellas que implican lo que se llama «iniciación», y por lo tanto
el secreto especial a ésta inherente.