Page 134 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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de llegar al palacio, no te detendrás en ningún sitio y no
hablarás con nadie.»
Nausicaa se aleja y Ulises encuentra a una chiquilla.
Es Atenea disfrazada. Le dice: «Sigue todas las indicacio
nes de la hija del rey. Sin embargo, voy a hacerte invisible,
para que no tengas ningún problema durante el trayecto.
Mientras seas invisible, no mires a nadie. No devuelvas
ninguna mirada, porque los seres invisibles no pueden mi
rar a los que no lo son.»
Ulises sigue todas las recomendaciones, llega al pala
cio y se arroja a los pies de la reina. En el momento de
cruzar la sala donde se encuentra reunida toda la nobleza
feacia, permanece invisible. Se acerca al trono donde están
sentados codo con codo el rey Alcínoo y la reina Arete.
Entonces Atenea disipa la nube y, estupefactos, los feacios
descubren a un extranjero abrazado a las rodillas de su rei
na. Arete y Alcínoo deciden acogerlo como huésped. Dan
una gran fiesta, en el transcurso de la cual Ulises manifies
ta unas cualidades atléticas incomparables. Uno de los hi
jos del rey le provoca un poco, pero Ulises mantiene su
sangre fría. Lanza el disco más lejos que su rival y demues
tra de ese modo que es un hombre valeroso, un héroe.
Hacen cantar a un aeda. Ulises está sentado al lado del
rey, y el aeda comienza a cantar la guerra de Troya. Cuenta
las proezas y la muerte de cierto número de compañeros
de Ulises. En ese momento, Ulises no puede contenerse,
inclina la cabeza y se cubre los ojos con la ropa para que
no vean que llora, pero Alcínoo se da cuenta de la estrata
gema; comprende que si el hombre sentado a su lado está
tan alterado por aquel canto, tiene que ser uno de los hé
roes aqueos. Hace interrumpir el canto y, de repente, el
propio Ulises lo continúa y revela su identidad: «Soy Uli
ses.» Luego cuenta, a la manera de un aeda, gran parte de
sus aventuras.
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