Page 136 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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zo del relato, y que acaba de franquear a la vuelta, ha que
dado cerrada para siempre. El mundo humano forma un
todo, y Ulises, a partir de ese momento, es parte de él.
Al alba del día siguiente, despierta y contempla un
paisaje que le resulta completamente familiar, en el que ha
pasado toda su juventud. Pero no reconoce nada. En efec
to, Atenea ha decidido que, antes de regresar a su casa,
nuestro héroe tenía que ser transformado de los pies a la
cabeza. ¿Por qué? Porque durante su ausencia, y especial
mente durante los diez últimos años, un centenar de pre
tendientes, pensando que Ulises había muerto, o, por lo
menos, desaparecido para siempre, viven en su casa. Allí
se reúnen, pasan el tiempo, comen y beben, con lo que
arruinan los rebaños y consumen las reservas de vino y de
trigo. Esperan que Penélope se decida por uno de ellos,
cosa que ella no quiere hacer. Penélope ha utilizado mil
argucias. Primero ha argumentado que no podía casarse
antes de estar segura de que su marido había muerto. Des
pués que no podía casarse antes de haber preparado un
sudario, un lienzo en el que sepultar a su suegro. Así que
permanece en el gineceo, mientras los pretendientes, en la
gran sala donde celebran sus banquetes, se acuestan, una
vez terminadas las comidas, con las criadas que han acep
tado traicionar la causa de sus amos. Allí cometen mil lo
curas.
Penélope, en su habitación, teje la mortaja a lo largo
del día, pero, llegada la noche, deshace todo el trabajo. Así
pues, durante casi dos años, ha conseguido engañar a los
pretendientes arguyendo que la obra no está terminada.
Pero una de las sirvientas ha acabado por revelar la verdad
a los pretendientes, que exigen entonces una decisión de
Penélope. Naturalmente, lo que Atenea quiere evitar, por
tanto, es que Ulises corra la suerte de Agamenón, es decir,
que regrese con su auténtica identidad y caiga en una
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