Page 137 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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trampa preparada por los pretendientes. Es preciso, por
consiguiente, que aparezca disfrazado, de incógnito. Para
conseguir que no se le identifique, es preciso también que
no reconozca el paisaje familiar de su patria. Cuando Ate
nea se ha aparecido a Ulises en la playa donde le han de
sembarcado, le ha explicado la situación: «Verás a los pre
tendientes, tienes que matarlos, necesitas encontrar la
ayuda de tu hijo Telémaco, que ha vuelto de su viaje, del
porquerizo Eumeo y del boyero Filecio, y así conseguirás,
tal vez, vencerlos. Yo te ayudaré, pero para comenzar ten
go que transformarte por completo.» Dado que acepta su
proposición, ella le hace ver Itaca con su verdadero aspec
to, tal como es realmente.
La nube se disipa y Ulises reconoce su patria. De la
misma manera que Atenea había derramado sobre él la
gracia y la belleza en su encuentro con Nausicaa, ahora lo
cubre con la vejez y la fealdad. Sus cabellos caen y se vuel
ve calvo, se le aja la piel y se le ponen legañosos los ojos,
es deforme, está cubierto de harapos, apesta, tiene todo el
asqueroso aspecto de un repulsivo pordiosero. En efecto,
el plan de Ulises consiste en llegar a su palacio, presentarse
como la escoria, como un miserable que mendiga su sus
tento, que acepta todas las injurias que se les infligen, y
conseguir de ese modo valorar la situación, buscar ayuda y
hacerse con su arco. Ese arco que sólo él era capaz de ten
sar, y que intentará conseguir que le den a la primera oca
sión para matar con su ayuda a los pretendientes.
Llega a las cercanías del palacio y se topa con su por
querizo, el anciano Eumeo. Le pregunta quién es y quié
nes son los ocupantes de la morada. Eumeo contesta: «Mi
señor, Ulises, se fue hace veinte años y no se sabe qué ha
sido de él; es una terrible desgracia, todo se hunde: los
pretendientes se han adueñado de todo, la casa está arrui
nada, vacían las despensas, diezman los rebaños, tengo
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