Page 143 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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gana, toma el pie de Ulises en la oscuridad, su mano se
desliza por la rodilla, nota la cicatriz, mira, se le cae la pa
langana y el agua se derrama. Lanza un grito. Ulises le
tapa la boca con la mano: le ha entendido. Mira a Penelo
pe para que su mirada transmita a la esposa la noticia de
que aquel hombre es Ulises. Atenea interviene para que
Penélope no descubra esa mirada y no se entere de nada.
«Mi pequeño Ulises», murmura Euriclea, «¿cómo es posi
ble que no te haya reconocido inmediatamente?» Ulises
hace callar a su nodriza. Lo ha reconocido, pero Penélope
tiene que seguir en la ignorancia. Ulises mostrará también
al porquerizo y al boyero esa cicatriz para convencerlos de
su identidad.
TENSAR EL ARCO DE UN REY
Influida por Atenea, Penélope decide que el pillaje de
su casa debe cesar. Por consiguiente, tiene que intervenir.
Para ello, sale del gineceo, aún más bella por obra de Ate
nea, para anunciar a los pretendientes y a Ulises, subyuga-
dos todos ellos por la admiración que despierta, que aban
dona su retiro permanente. «Aquel de vosotros que sea
capaz de tensar el arco de mi marido, y de atravesar el
conjunto de dianas que colocaremos en el gran salón, será
mi marido y quedará resuelto el problema; a partir de
ahora ya podemos, por consiguiente, preparar la boda, es
decir, decorar la casa y organizar la fiesta.» Los pretendien
tes se entusiasman: cada uno de ellos está convencido de
que conseguirá tensar el arco. Penélope entrega a Eumeo
el arco y el carcaj lleno de flechas que ha sacado del arse
nal. Se retira entonces y regresa a sus aposentos. Se tiende
en su cama, donde Atenea derrama sobre ella el tranquilo
y dulce sueño al que aspira.
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