Page 147 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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con veinte años más. Así pues,  se muestra a Penélope con
         toda su belleza de héroe; pero ella sigue sin acabar de estar
         segura. Telémaco está furioso con ella. Y también Euriclea.
         Le  reprochan su corazón de piedra.  Pero precisamente ese
         corazón  tan  duro  le  ha  permitido  resistir  todo  lo  que  los
         pretendientes  le  han  hecho  sufrir.  «Si  ese  hombre  es  de
         verdad Ulises, me dará la prueba cierta y segura, la prueba
         irrefutable  que  sólo  conocemos  los  dos.»  Ulises  sonríe,  se
         dice que todo va bien. Penélope tiende su trampa: al llegar
         la noche,  pide a sus  criadas  que  traigan la cama de su  ha­
         bitación  para Ulises, porque  no van a dormir juntos. Tan
          pronto  como  oye  estas  órdenes  Ulises  pierde  los  estribos,
          invadido por un auténtico furor: «¿Qué dices? ¿Traer aquí
          la cama? ¡Pero si esa cama no puede moverse!»  «¿Por qué?»
          «¡Porque», exclama Ulises,  «esa cama la construí yo!  ¡No es
          móvil,  no  puede  arrastrarse  sobre  cuatro  patas!  ¡Una  de
          esas patas es un olivo arraigado en la tierra!  ¡Sobre ese oli­
          vo,  tallado  y  rebajado,  a  partir  de  él,  pero  sin  arrancarlo
          del suelo,  construí ese lecho!  ¡No se puede  mover!» Al  oír
          estas palabras, Penélope cae en sus brazos: «¡Eres Ulises!»
              Está claro que esa pata de la cama tiene múltiples sig­
          nificados. Está fija, inmóvil.  La inmovilidad de esa pata de
          su cama nupcial es la expresión de la inmutabilidad del se­
          creto  que  comparten,  el  de  la  virtud  de  Penélope  y  la
          identidad de Ulises. Al mismo tiempo, esa cama en la que
          se  unen  Penélope  y  Ulises  es  también  la  que  confirma y
          consagra  al  héroe  en  sus  funciones  de  rey de Itaca.  El  le­
          cho  en  el  que  duermen  el  rey y la  reina está  arraigado  en
          lo más profundo de la tierra de Itaca.  Representa los dere­
          chos  legítimos  de esa  pareja para reinar  sobre  esa  tierra y
          ser un  rey y una reina justos,  relacionados  con  la fecundi­
          dad de la tierra y los rebaños.  Pero esa prueba secreta,  que
          ellos son los únicos en compartir y en mantener en la me­
          moria,  a pesar de los años,  evoca también lo que los une y

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