Page 149 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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«¿Por qué debo creerte? Dame una prueba.» Ulises le
muestra su cicatriz, pero eso no es suficiente para su pa
dre. Le recuerda entonces que, cuando era una criatura,
Laertes, que estaba en la plenitud de sus fuerzas, le había
enseñado, explicado y regalado todos los árboles que se al
zan ante sus ojos. Había trece perales, seis manzanos, cua
renta higueras y cincuenta hileras de vides. Cuenta con
detalle todo el saber que Laertes le ha transmitido para
cultivar la tierra y hacer crecer plantas y árboles. El viejo
Laertes comienza a llorar, pero esta vez de alegría, y cae en
los brazos de Ulises: él, que era como un andrajo, siente
que vuelve a ser el rey Laertes. Ulises, que se ha situado
ante Telémaco en la posición de padre, ante Laertes se co
loca en la de chiquillo. El resultado no se hace esperar:
Laertes entra en su casa y, cuando vuelve a salir, es hermo
so como un dios. Atenea ha arreglado un poco las cosas.
Cuando recupera la relación social que lo une a su hijo,
vuleve a ser el que era antes, un rey resplandeciente igual
que un dios.
EL PRESENTE RECUPERADO
En el palacio, en lo alto de la ciudad, la pata de cama
que es un olivo colocado en el corazón de la mansión y
arraigado en la tierra de Itaca establece el vínculo entre el
pasado y el presente. En el huerto, en los campos, lo esta
blecen las plantas y los árboles cuidadosamente cultivados.
Los árboles plantados tiempo atrás han crecido. Como
testigos veraces, mantienen la continuidad entre los tiem
pos en que Ulises era un chiquillo y la época actual, en
que ha llegado al umbral de la vejez. Al escuchar esta his
toria, ¿no hacemos lo mismo, no unimos el pasado, la
marcha de Ulises, con el presente, su regreso? Tejemos a la
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