Page 187 - Comentarios_reales_1_Inca_Garcilaso_de_la_Vega
P. 187

CAPITULO  XIV

            DOS  GRANDES  CURACAS  COMPROMETEN  SUS  DIFERENCIAS  EN
                       EL  INCA  Y  SE  HACEN  VASALLOS  SUYOS


            L  LEGADO  EL  tiempo  de  la  jornada,  salió  el  Inca  Cápac  Yupanqui  del  Cuz-
                co  y  fue  hasta  la  laguna  de  Paria,  que  fue  el  postrer  término  que  por
            aquella  banda  su  padre  dej6  conquistado.  Por  el  camino  fue  con  los  minis-
            tros  recogiendo  la  gente  de  guerra  que  en  cada  provincia  estaba  apercibida.
            Tuvo  cuidado  de  visitar  los  pueblos  que  a  una  mano  y  otra  del  camino
            pudo  alcanzar,  por  favorecer  aquellas  naciones  con  su  presencia,  que  era
            tan  grande  el  favor  que  sentían  de  que  el  Inca  entrase  en  sus  provincias,
            que  en  muchas  de  ellas  se  guarda  hoy  la  memoria  de  muchos  lugares  donde
            los  Incas  acertaron  a  hacer  alguna  parada  en  el  campo  o  en  el  pueblo  para
            mandarles  algo  o  para hacerles  alguna  merced  o  a  descansar  del  camino.  Los
            cuales  puestos  tienen  hoy  los  indios  en  veneración  por  haber  estado  sus
            Reyes  en  ellos.
                El  Inca,  luego  que  llegó  a  la  laguna  de  Paria,  procuró  reducir  a  su  obe-
            diencia  los  pueblos  que  halló  por  aquella  comarca:  unos  se  le  sujetaron  por
            las  buenas  nuevas  que  de  los  Incas  habían  oído  y  otros  por  no  poderle  re-
            sistir.  Andando  en  estas  conquistas,  le  llegaron  mensajeros  de  dos  grandes
            capitanes  que  había  en  aquel  distrito  que  llamamos  Collasuyu,  los  cuales  se
            hacían  cruel  guerra el  uno  al  otro.  Y  para  que  se  entienda  mejor  la  historia,
            es  de  saber  que  estos  dos  grandes  curacas  eran  descendientes  de  dos  capi-
            tanes  famosos  que  en  tiempos  pasados,  antes  de  los  Incas,  se  habían  levan-
            tado  en  aquellas  provincias  cada  uno  de  por  sí  y  ganado  muchos  pueblos  y
            vasallos  y  héchose  grandes  señores.  Los  cuales,  no  contentos  con  lo  que
            iban  ganando,  volvieron  las  armas  el  uno  contra  el  otro,  por  la  común  cos-
            tumbre  del  reinar,  que  no  sufre  igual.  Hiciéronse  cruel  guerra,  perdiendo  y
            ganando  ya  el  uno,  ya  el otro,  aunque,  como  bravos  capitanes,  se  sustentaron
            valerosamente  todo  el  tiempo  que  vivieron.  Esta  guerra  y  contienda  deja-
            ron  en  herencia  a  sus  hijos  y  descendientes,  los  cuales  la  sustentaron  con  el
            mismo  valor  que  sus  pasados,  hasta  el  tiempo  del  Inca  Cápac  Yupanqui.
                Viendo,  pues,  la  continua  y  cruel  guerra  que  se  hacían,  y  que  muchas
            veces  se  habían  visto  casi  consumidos,  temiendo  destruirse  del  todo  sin  pro-
            vecho  de  alguno  de  ellos,  porque  las  fuerzas  y  valor  siempre  se  habían  mos-
            trado  iguales,  acordaron,  con  parecer  y consejo  de  sus  capitanes  y  parientes,
            de  someterse  al  arbitrio  y  voluntad  del  Inca  Cápac  Yupanqui  y  pasar  por lo
            que  él  les  mandase  y  ordenase  acerca  de  sus  guerras  y  pasiones.  Vinieron
            en  este  concierto  movidos  por  la  fama  de  los  Incas  pasados  y  del  presente,
            cuya  justicia  y  rectitud,  con  las  maravillas  que  decían  haber  hecho  su  padre
            el  Sol  por  ellos,  andaban  tan  divulgadas  por  entre  aquellas  naciones  que
                                            148
   182   183   184   185   186   187   188   189   190   191   192