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dió en mandar hacer otros edificios dentro de la ciudad y fuera en muchas
provincias, donde eran menester para el aumento de ellas; mandó hacer
muchas puentes para los ríos y arroyos grandes, por la seguridad de los cami-
nantes; mandó abrir nuevos caminos de unas provincias a otras, para que
se comunicasen todos los de su Imperio. En suma, hizo todo lo que le
pareció convenir al bien común y aprovechamiento de sus vasa11os y gran-
deza y majestad propia.
CAPITULO XVIII
EL PRINCIPE INCA ROCA REDUCE MUCHAS Y GRANDES
PROVINCIAS MEDITERRANEAS Y MAR/TIMAS
N ESTOS ejercicios y otros semejantes se entretuvo este Inca seis o siete
E años, y al fin de ellos le pareció sería bien volver al ejercido militar
y al aumento de su reino, para lo cual mandó aprestar veinte mil hombres
de guerra y cuatro maeses de campo experimentados que fuesen con el
príncipe Inca Roca, su hijo, hacia Chinchasuyu, que es el septentrión del
Cuzco. Porque los Incas por aquella banda no habían alargado su Imperio
más de como lo dejó el primer Inca Manco Cápac, que era hasta Rimactampu,
siete leguas de la ciudad, que, por ser aquella tierra mal poblada y muy
áspera, no habían dado los Incas en conquistarla.
El Príncipe salió del Cuzco y llegó al río Apurlmac; pasólo en grandes
balsas que le tenían aprestadas, y, por ser tierra despoblada, pasó adelante
hasta Curahuaci y Amáncay, diez y ocho leguas de la dudad: fue reduciendo
con mucha facilidad los pocos indios que por aquella comarca halló. De la
provincia Amáncay echó a mano izquierda del camino real que viene del
Cuzco a Rímac, y pasó el despoblado que llaman de Cochacasa, que por
aquel paraje tiene veinte y dos leguas de travesía, y entró en la provincia
llamada Sura, que es de mucha gente, rica de mucho oro y ganado, donde el
Inca fue recibido de paz y obedecido por señor. De allí pasó a otra provin-
cia llamada Apucara, donde asimismo lo recibieron llanamente, y la causa
de allanarse estas provincias con tanta facilidad fue porque siendo cada una
de por sf y enemiga la una de la otra, no podía ninguna de ellas resistir
al Inca.
De Apucara pasó a la provincia de Rucana, dividida en dos provincias,
la una llamada Rucana y la otra Hatunrucana, que quiere decir Rucana la
grande. Es de gente hermosa y bien dispuesta; las cuales redujo con mucho
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