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dios gue topasen por los caminos y a los que hallasen en ella les dijesen de
~u parte que todos los que pudiesen procurasen ir en pos del Inca su señor,
con las armas que tuviesen, porque él pensaba hacer lo mismo, y que pasa•
sen la palabra de este mandato de unos a otros. Dada esta orden, salió el
príncipe Viracocha Inca en seguimiento de su padre por unos atajos, sin
q'Jerer ":!ltrar en la dudad, y con la prisa que se dio lo alcanzó en la angos·
cur;i de Muina, que aún no había salido de aquel puesto. Y lleno de polvo
y wdor, con una knza en la mano, que había llevado por el camino, se puso
deiar:.t•~ del Rey y con semblante triste y gra\'e le dijo·.
- -1,wa ¿rómo se permite que por una nueva, falsa o verdadera, de
i_;nos P"''º~ d,_ vasallos rebelados, desampares tu casa y corte y vuelvas las
espald~q ., lns enemigos aún no vistos? ¿Cómo se sufre que dejes entregada
la casa c~d Sol, tt1 padre, para que los enemigos las huellen con sus pies cal-
zados y hag:1:1 en ella las abominaciones que tus antepasados les quitaron,
de sacrificios de hombres, mujeres y nii'ios, v otras grandes bestialidades y
~acrilcgios? ¿Qué cuenta daremos de las vírgenes que están dedicadas para
mujeres del Sol, con observancia de perpetua virginidad, si las dejamos de-
samparadas para que los enemigos brutos y bestiales hagan de ellas lo que
quisieren? ¿Qué honra habremos ganado de haber permitido estas mal-
dade5 por salvar la vida? Yo no la quiero, y así vuelvo a ponerme delante
de los enemigos para guc me la quiten antes que entren en el Cuzco, por•-
quc no quiero ver las abominaciones que ios bárbaros harán en aquella im-
peri-al y sagrnda z:iudad, que el Sol y sus hijos fundaron. Los que me quisie-
ren scgu1t vengan en pos de mí, c;ue yo les mostraré a trocar vida vergon-
zosa por muerte honrada.
Habiendo dicho con gran <lolor y sentimiento estas razones, volvió s11
camino hacia la ciudad, sin querer tomar refresco alguno de comida ni be-
bi<la. Los Incas de la sangre rea!, que habían salido con el Rey, entre ellos
hermanos suyos y muchos sobrinos y primos hermanos suyos y otra parente-
L, que serían más de cuatro mil hombres, se volvieron todos con el príncipe,
que no quedaron con su padre sino los viejos inútiles. Por el camino y fuera
ck ~I Wparon mucha gente que salía huyendo de la ciudad. Apellidá:onlos
que se \'oh,iesen, diéronlcs nueva, para que se esforzasen, cómo el príncipe
Inca Viracocha volvía a defender rn ciudad y la casa de su padre el Sol.
Con esta nueva se animaron los indios tanto, que volyieron todos los que
huían, principalmente los que eran de provecho y unos y otros se apellida-
ban por lo~ campos, pasando la paiabra de mano en mano, cómo el príncipe
vnldri a la ,lefensa de la ciudad, la cual haznña les era tan agradable quf',
u;;1 g~,111dísimo consuelo, volvían a motir con el príncipe. El cual mostraba
t:\.-i:o árimo y esfuerzos que lo ponía a todos los suyos.
De esta manera entró en la ciudad y mar,dó que la gente que se recogfa
le siguiese luego, y él pasü üleLrnte y tomó el C3.mino de Chinchasuyu, por
drn!<lc les enemigos \"eni"an, pr,_ra f•(;:¡( ,·:.,~ entre ellos y la ciudad porque s11
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