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LIBRO  QUINTO
                     de  los  Comentarios  Reales  de  los  Inca,~


               Dice  cómo  se  repartían  y  labraban  las  tierras,  el  tributo
                       que  daban  al  Inca,  la  provisión  de  armas
                       y  bastimentas  que  tenían  para  la  guerra;
                  que  daban  de  vestir a los  vasallos;  que  no  tuvieron
                    mendigantes;  las  leyes  y  ordenanzas  en  favor
                      de  los  súbditos,  con  otras  cosas  notables.
              Las  victorias  y  generosidades  del  príncipe  Inca  Viracocha,
                      octavo  Rey;  su  padre,  privado  del  Imperio;
                             la  huída  de  un  f!.Yan  señor;
                       el  pronóstico  de  la  ida  de  los  españoles
                          Contiene  veinte  y  nueve  capítulos




                                      CAPITULO  l

                COMO  ACRECENTABAN  Y  REPARTlAN  LAS  TJLRKAS
                                   A  LOS  VASALLOS

               il.BIENDO  CONQUISTADO  el  Inca  cualquiera  reino  o  provinda y dado  asien-
          H to  en  el  gobierno  de  los  pueblos  y  vivienda  de  los  moradores  confor-
          me  a  su  idolatría  y  leyes,  mandaba  que  se  aumentasen  las  tierras  de  labor,
          que  se  entiende  !as  que  llevaban  maíz,  para  lo  cual  mandaba  traer  los  inge-
          nieros  de  acequias  de  agua,  que  los  hubo  famosísimos,  como  lo  muestran
           hoy  sus  obras,  así  las  que  se  han  destruido,  cuyos  rastros  se  ven  todavía,
          como las  que  viven.  Los  maestros  sacaban  las  acequias  necesarias,  conforme
          a  las  tierras  que  había  de  provecho,  porque  es  de  saber  que  por  la  mayor
          parte  toda  aquella  tierra  es  pobre  de  tierras  de  pan,  y  por  esto  procurab.m
          aumentarlas  todo lo que  les  era  posible.  Y porque  por ser debajo  de  la  tórrid-1
          zona  tienen  necesidades  de  riego,  se  lo  daban  con  gran  curiosidad,  y  no  sem
          braban  grano  de  maíz  sin  agua  de  riego.  También  ahrfan  acequias  par,1  reg,n
          las  dehesas,  cuando  el  otoño  detenía  sus  aguas,  que  también  quisiero:1  ase-
          gurar  los  pastos  como  los  sembrados,  porque  tuvieron  infinito  ganado  Es-
           tas  acequias  para  las  dehesas  se  perdieron  luego  que  los  (.";pañoles  entraron
          en  la  tierra,  pero  viven  hoy  los  rastros  de  ella~.
               Sacadas  las  acequias,  allanaban  los  campos  y  los  ponían  de  cuadrndo
          para que  gozasen  bien  del  riego.  En  los  cerros  \'  laderas  que  er,rn  de  buen,1
           tierra  hacían  andenes  para  allanarlas,  como  hoy  se  Yen  en  el  Cuzco  y  en  todo

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