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el  Perú.  Para hacer  estos  andenes  echaban  tres  muros  de cantería  fuerte,  uno
          por  delante  y dos  por los  lados,  algo  pendientes  adentro  (como  son  todas  las
          paredes  que  labran),  para  que  puedan  sufrir  el  peso  de  la  tierra  que  les
          arriman  hasta  emparejar con  lo  alto  de  las  paredes.  Pasado  el  primer  andén,
          hadan  luego  otro  menor,  y  adelante  de  aquél  otro  más  chico.  Y  así  iban
          ganando  todo  el cerro  poco  a poco,  allanándolo  por  sus  andenes  a  manera de
          escalera,  gozando  de  toda  la  tierra  que  era  buena  para  sembrar  y  que  se
          podía  regar.  Donde  había  peñascales  quitaban  las  peñas  y  llevaban  tierra  de
          otra  parte  para  hacer  andenes  y  aprovechar  aquel  sitio,  porque  no  se  per-
          diese.  Los  andenes  primeros  eran  grandes  conforme  a  la disposición  del  sitio,
          anchos  y largos  de  cientos  y de doscientas  y trescientas,  más  y  menos,  fanegas
          de  sembradura,  y los  segundos eran  menores  y  así  iban disminuyéndose  como
          iban  subiendo,  hasta los  postreros,  que  venían  a  ser  de  dos  o  tres  hilados  de
          maíz.  Tan aplicados  como  esto fueron  los  Incas en lo  que  era aumentar tierras
          para  sembrar  el  maíz.  En  muchas  partes  llevaron  quince  y  veinte  leguas  una
          acequia  de  agua  para  regar  muy  pocas  fanegas  de  tierra  de  pan,  por  que  no
          se  perdiesen.
               Habiendo  aumentado  las  tierras,  medían  todas  las  que  había  en  toda
           la provincia,  cada  pueblo  de  por sí,  y las  repartían en  tres  partes:  la  una  para
          el Sol y la otra para el Rey  y la otra para los  naturales.  Estas  partes se dividían
          siempre  con  atención  que  los  naturales  tuviesen  bastantemente  en  que  sem-
           brar,  que  antes  les  sobrase  que  les  faltase.  Y  cuando  la  gente  del  pueblo  o
           provincia  crecía  en  número,  quitaban  de  la  parte  del  Sol  y  de  la  parte  del
          Inca  para  los  vasallos;  de  manera  que  no  tomaba  el  Rey  para  sí  ni  para  el
          Sol  sino  las  tierras  que  habían  de  quedar  desiertas,  sin  dueño.  Los  andenes
           por  la  mayor  parte  se  aplicaban  al  Sol  y  al  Inca,  porque  los  había  él  man-
          dado  hacer.  Sin  las  tierras  del  maíz  que  se  regaba  repartían  otras  que  no
          alcanzaban  riego,  en  las  cuales  sembraban  de  sequero  otras  semillas  y  le-
          gumbres  que  son  de  mucha  importancia,  como  es  la  que  llaman  papa  y  oca
          y  añus,  las  cuales  tierras  también  se  repartían  por  su  cuenta  y  razón,  tercia
           parte de  los  vasallos,  como  al  Sol  y  al  Inca,  y,  porque eran  estériles  por  falta
          de  riego,  no  las  sembraba  más  de  un  año  o  dos,  y  luego  repartían  otras  y
          otras,  por  que  descansasen  las  primeras;  de  esta  manera  traían  en  concierto
          sus  tierras  flacas,  para  que  siempre  les  fuesen  abundantes.
               Las  tierras  del  maíz  las  sembraban  cada  año,  porque,  como  las  bene-
          ficiaban  con  agua  y  estiércol  como  una  huerta,  les  hacían  llevar  siempre
           fruto.  Con  el  mafz  sembraban  una  semílla  que  es  casi  como  arroz,  que  lla-
          man  quinua,  la  cual  también  se  da  en  las  tierras  frías.









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