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aunque tan pequeños, qumeron no perder esta ocas10n, sino valerse de
ella con la buena industria que para semejantes cosas tenían. Dieron grandes
voces, diciendo que las piedras y las matas de aquellos campos se convertían
en hombres y venían a pelear en servicio del príncipe, porque el Sol y el Dios
Viracocha lo mandaban así. L:is Chancas, como gente creedera de fábulas,
desmayaron mucho con esta novela, y ella se imprimi6 entonces y después
en la gente común y simple de todo aquel reino, con tanta credulidad de
ellos como lo dice el Padre Fray Jerónimo Román, en el Libro segundo de
la República de las Indias Occidentales, capítulo once, hablando de esta
batalla, que es lo que se sigue, sacado a la letra: "De manera que el campo
qued6 por el Inga; dicen hasta hoy todos los indios, cuando se habla de
aquella valerosa batalla, que todas las piedras que habían en aquel campo
se tornaron hombres, para pelear por ellos, y que todo aquello hizo el Sol
para cumplir la palabra que dio el valeroso Pachacuti Inga Yupangui, que
así se llamaba también este mozo valeroso". Hasta aquí es de aquel curioso
inquiridor de repúblicas, el cual, en el capítulo alegado y en el siguiente,
toca brevemente muchas cosas de las que hemos dicho y diremos de los
Reyes del Perú. También escribe el Padre Maestro Acosta del fantasma
Viracocha, aunque trocados los nombres de los Reyes de aquel tiempo, y
dice la batalla de los Chancas y otras cosas de las que diremos de este prín-
cipe, aunque abreviada y confusamente, como son casi todas las relaciones
que los indios dan de los españoles, por las dificultades del lenguaje y por-
que tienen ya perdidos los memoriales de las tradiciones de sus historias.
Dicen en confuso la sustancia de ellas, sin guardar orden ni tiempo. Pero,
como quiera que la haya escrito, huelgo mucho poner aquí lo que dice, para
que se vea que no finjo fábulas, sino que mis parientes las fingieron y que
también las alcanzaron los españoles, mas no en las mantillas ni en la leche,
como yo.
Dice, pues, Su Paternidad lo que se sigue, que es sacado a la letra,
Libro sexto, capítulo veintiuno: "Pachacuti Inga Yupanqui reinó sesenta
años y conquist6 mucho. El principio de sus victorias fue que un hermano
mayor suyo, que tenfa el señorío en vida de su padre y con su voluntad ad-
ministraba la guerra, fue desbaratado en una batalla que tuvo con los Chan•
gas, que es la naci6n que poseía el valle de Andaguailas, que está obra de
treinta leguas del Cuzco, camino de Lima; y así desbaratado, se retir6 con
poca gente. Visto esto, el hermano menor, Inga Yupanqui, para hacerse señor,
invent6 y dijo que, estando él solo y muy acongojado, le había hablado el
Viracocha criador, y quejándosele que siendo él señor universal y criador
de todo, y habiendo él hecho el cielo y el Sol y el mundo y los hombres, y
estando todo debajo de su poder, no le daban la obediencia debida, antes
hacían veneración igual al Sol y al trueno y a la tierra y .otras cosas, no
teniendo ellas ninguna virtud más de la que les daba; y que le hacía saber
que en el cielo, donde estaba, le llamaban Viracocha Pachayacháchic, que sig•
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