Page 392 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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REORGANIZACION DEL EJERCITO 389
cito poderoso y afecto a su persona y a su régimen, a la cabeza del cual pudiera,
en caso necesario, hacer frente a sus antiguas falanges.
Los sátrapas de los países conquistados y de las nuevas ciudades presentáron
se en el campamento de Susa con los jóvenes reclutados por ellos en cumplimiento
de la orden del año 331; eran, en total, 30,000 hombres, dotados de armamento
macedonio y adiestrados en todos los ejercicios y en la táctica del ejército de
Alejandro. Al mismo tiempo se reorganizó el cuerpo de caballería; formóse una
quinta hiparquía integrada por jinetes macedonios y por los jinetes de la Bactria
na y la Sogdia, de la Ariana y la Partía, así como por los euacos persas que desco
llaban por su rango, su belleza o por otros méritos cualesquiera y, además, se
distribuyó entre los lojes de la caballería ya formados cierto número de jinetes
de estas nacionalidades indígenas; también fueron incorporados a la agema de
caballería algunos asiáticos, entre ellos Artabelo e Hidarnes, hijos del sátrapa
muerto Maceo, Cofenes, hijo de Artabazo, Sisines y Fradasmenes, hijos del sátra
pa Fratarfernes de la Partía, Histanes, hermano de Roxana, los hermanos Auto-
bares y Mitrobeo y, por último, el príncipe bactrio Hitaspes, a quien fué entre
gado el mando de la agema.
Todo esto enfureció hasta lo indecible a las tropas macedonias. Alejandro,
decíase, estaba convirtiéndose en un completo bárbaro, despreciaba a Macedonia,
su patria, y la posponía al oriente. Ya cuándo empezó a vestirse a la usanza meda
había habido hombres venerables que habían presagiado todas las desgracias a
que conducirían aquellos funestos comienzos; ahora iba cumpliéndose lo que
ellos pronosticaran, ahora el rey tenía por favoritos suyos a quienes se olvidaban
de la lengua v las costumbres de su patria; por eso abrumaba con honores y dádi
vas a Peucestas, porque hacía befa de los recuerdos sagrados de Macedonia; ¿de
qué servía que Alejandro se hubiese casado en unión de sus oficiales macedonios,
si lo había hecho para entregarles mujeres asiáticas y, además, a la usanza y con
arreglo a los ritos persas? ¡Y, por si todo aquello fuese poco, ahora tenían que
pasar por la vergüenza de ver a los advenedizos empuñar las armas macedonias,
de contemplar cómo aquellos barbaros disfrutaban de los mismos honores que
los veteranos del rey Filipo! No cabía duda: Alejandro estaba cansado ya de sus
macedonios y tomaba todas las medidas para ir prescindiendo de ellos, para eli
minarlos completamente de su ejército en la primera ocasión que se presentase.
Así pensaban y hablaban los veteranos. Al primer pretexto, este estado de
irritación estallaría; y el pretexto no habría de tardar en surgir.
* Véase nota 17, al final.