Page 393 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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CAPITULO II
Motín militar en Opis.—Repatriación de los veteranos.—Disgregación de los par
tidos en Atenas.—Orden de readmisión de los desterrados.—Manejos de Har
palo en Atenas y procesos consiguientes.—Las tareas de paz de Alejandro.—
La política interior de Alejandro y sus resultados.
A l e ja n d r o h a b ía decidido marchar con su ejército, Tigris arriba, hasta la ciudad
de Opis, donde se bifurca la gran calzada hacia la Media y el occidente; el em
plazamiento de la ciudad indicaba bastante claramente cuál era la finalidad de
esta marcha. Al mismo tiempo, tenía gran interés Alejandro en conocer cuál
era la estructura de las desembocaduras del Eufrates y el Tigris, informarse por
experiencia propia de la navegabilidad de estos ríos y examinar en qué estado se
hallaban las obras hidráulicas, principalmente las del Tigris, de las que dependía
la prosperidad o la miseria de las tierras ribereñas situadas en la región baja.
Entregó el mando del ejército a Efestión, ordenándole que siguiera Tigris arriba,
por el camino ordinario. El, por su parte, con sus hipaspistas, la agema y algu
nas tropas de caballería, pocas, embarcó en las naves de Nearco, que habían
remontado ya el Euleo y se hallaban no lejos de Susa. En ellas, como a mediados
de abril, bajó desde Susa hasta el Tigris. Al acercarse la flota a la confluencia de
los dos ríos, fueron dejados atrás la mayoría de los barcos, que se hallaban en
malas condiciones a consecuencia de la travesía desde la India; el rey eligió los
veleros más rápidos para entrar con ellos en el golfo Pérsico, mientras los demás
buques se dirigían al gran río por el canal que une al Euleo con el Tigris no lejos
de su confluencia.
Alejandro navegó por el Euleo abajo hasta el golfo Pérsico, bordeó la costa
y las desembocaduras de los diversos canales hasta la del Tigris y, después de
informarse minuciosamente acerca de todo y de dar las instrucciones necesarias
para que tuese fundada allí una nueva Alejandría, emplazada entre el Tigris y el
Euleo, muy cerca de la playa, enfiló el Tigris y remontó las aguas de este río;
pronto encontró a los demás barcos y, algunos días después, al ejército de tierra
de Efestión, acampado en las orillas del río. De allí para arriba, la flota encontró
varios poderosos diques levantados por los persas, probablemente para impedir una
invasión desde el mar; Alejandro ordenó que todos ellos fuesen derruidos, no sólo
porque él no temía ningún ataque desde el mar, sino sobre todo para abrir las
aguas de aquel río al comercio y a la navegación; al mismo tiempo, dió las órdenes
oportunas para que fuesen limpiados y dotados de las esclusas y los diques nece-
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