Page 225 - Mahabharata
P. 225
3. En el bosque 205
se humedezca con la sangre de esos lujuriosos kshatryas. Y entonces coronaré al mejor
de los hombres: te juro que lo haré. Sí, te lo juro.
Cuando Draupadi vio a su querido Krishna y a su amado hermano Dhrishtadyumna,
el dolor de su pena se hizo aún más intenso. Todas las penalidades que había sufrido en
aquel día memorable y todos los insultos de los que fue objeto por parte de Radheya,
Duryodhana y Dussasana, se reavivaron de nuevo en su mente. Sollozaba como si su
corazón se fuera a romper.
La inmensa ira de Krishna contra los kurus, contrastaba sobremanera con la paciencia
de Yudhisthira. Draupadi encontró en Krishna un inmenso alivio.
Mirando a Krishna con sus ojos llenos de lágrimas relucientes le dijo:
—Krishna, mírame. Soy la desdichada reina de los cinco grandes pandavas, reputados
de ser los héroes más grandes del mundo. Soy la hermana de Dhrishtadyumna, el nacido
del fuego. Soy la querida amiga de Krishna. Y aún así me ha ocurrido esto. Me
arrastraron hasta su corte a la fuerza, me dijeron que era la esclava de esos bestias y me
insultaron, diciéndome cosas horribles.
»Los ancianos Bhishma y Dhritarashtra estaban allí, pero no hicieron nada por evitar
ese ultraje. Ni hicieron ni dijeron nada. También quiero hablarte de estos maridos
míos. ¿De qué sirve que Bhima matara a cien rakshasas? Y, ¿qué importa sí Arjuna
luchó contra el mismísimo Indra? ¿De qué sirven las conquistas de Nakula y Shadeva?
¿Qué me importa si a Yudhisthira se le reconoce como el único monarca de esta tierra
después de que realizara el Rajasuya? ¿Cómo permitieron que mis cabellos que habían
sido purificados por las aguas sagradas durante el Rajasuya fueran tocados por ese
Dussasana? Dussasana trató de desvestirme, mientras estos hombres permanecían
callados. ¿Puede haber algo más horrible que eso? Si no hubiera sido por tu infinita
bondad, me habrían desvestido completamente y estos maridos míos, aún así, habrían
permanecido en silencio. Yudhisthira habla locuazmente sobre el Dharma, pero ¿no es el
Dharma más alto de un marido, el proteger a su esposa cuando la están insultando? ¿No
era acaso su deber, rescatar a su esposa de un hombre fuerte que trataba de ultrajarla
como ninguna otra mujer haya sido ultrajada antes? Incluso, si hubiera sido cualquier
mujer deberían haberse lanzado a su rescate tal y como está escrito en el libro de las
leyes. Se llaman a sí mismos kshatryas y no conocen el significado de esa palabra. La
caballerosidad ha muerto en el corazón de los hombres. Ya no son hombres.
Las lágrimas de Draupadi fluían sin cesar. No pudo decir nada más. Krishna cogió
su rostro entre sus manos y con sus dedos secó cariñosamente sus lágrimas. También los
ojos de Krishna estaban llorosos. Trató de confortarla diciéndole:
—Ten paciencia, Draupadi, tus lágrimas no han sido en vano. Las mujeres de la casa
de los kurus llorarán también como tú lloras ahora. Cuando las flechas de Arjuna calmen