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que ya somos inmortales. No merece la pena provocar la ira de Vasishtha tan sólo para
satisfacer un capricho.
»Pero la esposa continuaba insistiendo:
»—Tengo una compañera en el mundo de los mortales y es por ella que te lo pido;
podemos irnos con la vaca antes de que regrese Vasishtha. Por favor, hazlo por lo que
más quieras, este es mi más profundo deseo.
»Finalmente su esposo cedió, y entre todos los Vasus cogieron la vaca y se la llevaron
con ellos. Cuando Vasishtha regresó a la ermita, notó la falta de la vaca, pues le era
imprescindible para sus rituales diarios. Y usando el poder del yoga enseguida vio todo
lo que había pasado. La ira se apoderó de él y pronunció una maldición contra los Vasus.
El sabio, cuya única riqueza era su austeridad, les condenó a que nacieran en el mundo
de los hombres. Cuando los Vasus supieron que habían sido maldecidos se arrepintieron,
aunque ya era demasiado tarde, y recurriendo a la misericordia del sabio, le imploraron
perdón. Vasishtha les dijo:
»—La maldición ha de seguir su curso. Aquél de vosotros que decidió coger la vaca
vivirá en el mundo durante más tiempo aunque en plena gloria, pero los otros seréis
liberados de la maldición en cuanto nazcáis. No puedo retirar mis palabras, pero de esta
forma suavizaré vuestra maldición.
»Tras lo cual Vasishtha depositó de nuevo su mente en la práctica de la austeridad y
el yoga, cuyos efectos habían disminuido ligeramente por la ira. Los sabios que practican
la austeridad adquieren el poder de la maldición, pero cada vez que usan ese poder
reducen su cúmulo de méritos.
»Los Vasus se sintieron aliviados y se acercaron a mí, la diosa Ganga, y me rogaron que
fuera su madre; me pidieron que descendiera a la tierra para engendrarlos y arrojarlos
inmediatamente al río en cuanto nacieran, liberándolos así de la maldición. Por otro lado
tú en tu nacimiento anterior, eras el gran rey Mahabhishak. Una vez estabas en la corte
de Indra y al llegar yo me miraste con ojos de deseo y quisiste que fuera tuya. A los
moradores de los cielos no les gustó esto y te enviaron a la tierra para nacer como el rey
Santanu el hijo de Pratipa. De este modo nuestro amor se ha hecho posible y hemos sido
felices. »
Después, Ganga añadió:
—Mi señor no trates de detener la marea del tiempo. Las cosas que han sido ordenadas
han de suceder. Ni tú, ni yo, ni todos los dioses pueden alterar el orden de las cosas que
han de suceder.
Cuando el velo de la ilusión se aparta y se les permite a los ojos ver la verdad, nos
damos cuenta de que los ojos no son suficientemente fuertes para resistir su presencia.