Page 61 - Mahabharata
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1. El comienzo                                                                            41


                   Sin decirle nada a su padre, Devavrata partió hacia el bosque y no se detuvo hasta
               que llegó a la aldea de los pescadores. La mujer a quien su padre amaba estaba allí, en la

               orilla del río Yamuna. Devavrata la saludó y le invitó a venir al palacio. Pero su padre se
               interpuso saludando al príncipe con el debido respeto. El príncipe le habló muy claro y
               directo:
                   —¿Qué quieres?. ¿Es que no te parece suficiente honor que el rey del mundo entero
               venga a pedirte un favor?
                   —Mi señor —dijo el pescador—, alguien predijo que el hijo de Satyavati sería un
               monarca. Yo os conozco bien, sé que sois el príncipe heredero y que el rey os ama mucho.
               Por eso no me respondió cuando le dije mi condición. Y ahí concluyó todo.
                   Devavrata hizo un gesto de desagrado por la astucia del pescador. Que su padre
               quisiera algo y no pudiera conseguirlo era algo inimaginable para él. Le dijo:

                   —Quieres que tu nieto sea el rey que siga a mi padre. ¡Pues que así sea! Yo renuncio
               a mi derecho al trono. ¿Estás satisfecho ahora? El pescador quedó asombrado con las
               palabras del joven príncipe, pero aún guardaba un recelo de desconfianza, sonrió y dijo:
                   —Mi señor, en tu nobleza has renunciado al trono, pero ¿cómo puedo estar seguro
               de que tus hijos estarán tan desapegados como tú?. ¿Qué seguridad tengo de que no
               reclamarán el trono al hijo de Satyavati?

                   El príncipe se sorprendió del extremo a que llegaba la ambición y astucia de aquel
               hombre, pero aún así sonrió y le dijo:
                   —¿Aún no estás contento? Te complaceré: No me casaré. Ante todos los habitantes
               de la tierra, de los cielos y de otras regiones, en nombre de todo lo que es querido y
               sagrado para mí, en nombre de mi guru Bhagaván Bhargava, en nombre de mi madre
               Ganga, y en nombre del Dharma, tomo el voto de que jamás me casaré mientras viva.
               ¿Estás ahora satisfecho?
                   De los cielos llovieron flores sobre él y por todas partes resonó la palabra « BHISHMA »
               que significa « el que hace un terrible voto y lo cumple ».

                   —Aquí la tienes —dijo el pescador—; tu madre. —Y puso a Satyavati ante el príncipe.
               Devavrata la saludó, la subió a la carroza y partió a toda prisa hacia Hastinapura. Corrió
               a la presencia de su padre y le presentó a la joven muchacha diciéndole: —Padre, la he
               traído para ti. Por favor, tómala y abandona tu tristeza. Aún resonaban los cielos con el
               grito de « ¡BHISHMA! ¡BHISHMA! ».
                   Cuando Santanu supo todo lo que había pasado sintió una profunda pena, atormen-
               tado por un sentimiento de culpa. No podía soportar la idea de que su hijo, tan varonil,
               tan bello, tan divino, se hubiese autoimpuesto una vida de celibato. Pero la red una vez
               tejida, ya no se puede destejer. Santanu había conseguido el deseo de su corazón, y en
               gratitud concedió a su hijo bien amado un don: Devavrata podía morir cuando quisiese
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