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—Mi viaje fue inútil —respondió Amba—. Salva me ha dicho que según el Dharma
Kshatrya eres tú quien se ha de casar conmigo, por lo cual ahora ya no tengo marido. Yo
no quiero quedarme soltera para siempre; por favor, cásate conmigo.
El corazón de Bhishma se llenó de compasión y lástima por aquella mujer cuya vida
se había arruinado por su culpa. Y con dulzura le dijo:
—Me apena mucho esta situación, pero no puedo casarme contigo. Sabes que he
prometido ser un bramachari toda mi vida. Esto parece ser juego del destino, pues si
pudiera me casaría contigo. Vuelve junto a Salva y trata de convencerle de que se case
contigo, pues yo no puedo hacer lo que me sugieres. —Tras decir esto, Bhishma se alejó
de su presencia.
Amba pasó así diez años con su corazón lleno de odio hacia Bhishma, considerándolo
como el causante de su infelicidad. Se fue al bosque para reunirse allí con varios
ascetas. Les contó su historia y les expresó su deseo de permanecer con ellos practicando
austeridades y mortificaciones. Y sucedió que a aquella ermita llegó también el gran
Hotravahana, el abuelo de Amba, quien después de confortarla le dijo:
—El gran Bhargava, el guru de Bhishma, es un gran amigo mío. El ordenará a
Bhishma que se case contigo; él no puede desobedecer a su guru. Unos días más tarde
Bhargava vino al bosque y Hotravahana le contó la tragedia de Amba. El gran sabio
movido por la compasión le dijo:
—Hablaré con Bhishma y le pediré que se case contigo; seguramente me obedecerá.
Así pues, mandó llamar a Bhishma, el cual en cuanto tuvo noticia se apresuró a llegar
ante su presencia y se postró a sus pies preguntándole:
—¿Qué queréis de mí?
Y Bhargava le dijo:
—Le he prometido a esta mujer que te haría casar con ella para aliviar su profunda
amargura. Debes ayudarme a mantener mi palabra: debes casarte con ella.
Bhishma giró la mirada sobre Amba y luego, mirando a su guru con tristeza le
respondió:
—Mi señor, tú conoces el terrible voto que he asumido: No puedo casarme. Aunque
me lo pidas, no puedo casarme.
Su guru en el arte de las armas trató de convencerle pero todo fue inútil, permanecía
firme en su voto. Bhargava se enfureció y le dijo:
—Si no lo haces te maldeciré o tendrás que pelear en duelo conmigo. En medio de tal
dilema Bhishma tuvo que decidir y prefirió luchar. Le dijo:
—Mi señor, tú sabes cuánto te amo. Pero prefiero luchar antes que ser maldecido por
quien me ama.