Page 57 - Mahabharata
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1. El comienzo 37
Lo mismo le ocurría al rey. Ganga, la diosa de los cielos, pensó que era adecuado jugar el
papel de esposa suya, pero Santanu, un mero mortal, no era lo suficientemente fuerte
para sobrellevar tal honor. Su mente rechazaba enfrentarse a la verdad. Se quedó como
mudo cuando escuchó lo que Ganga le había dicho. Era demasiado para él. Como
consecuencia veía dos cosas: la primera era que Ganga le abandonaría para siempre, la
segunda que ahora tenía un hijo, el cual podría ocupar el trono para perpetuar el nombre
de los Pauravas. A Ganga le resultaba fácil adivinar las emociones que pasaban por la
mente de Santanu y con una mirada de amor y compasión se dirigió al rey diciendo:
—Mi amado, por favor no te apenes, cuidaré muy bien de nuestro hijo. Será un gran
hombre. Será el mayor de todos los Pauravas que hasta ahora han ocupado el trono de la
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raza de la Luna .
Después de decir esto Ganga desapareció ante sus ojos. Santanu permaneció durante
horas rememorando aquellos momentos lleno de dolor. Y después de algún tiempo
emprendió camino de regreso a su casa con una expresión de resignación, pues sabía
que era únicamente la soledad lo que le estaba esperando.
Capítulo IV
DIECISÉIS AÑOS MÁS TARDE
A habían pasado dieciséis años. Hay corazones rotos que jamás desfallecen, y el del
Y rey era uno de ellos. Su vida estaba ahora vacía. Vivir para él ya no tenía sentido.
Pero no dejó que eso afectase en absoluto a su reino. Era un rey ideal. Sus súbditos
estaban muy felices con él. Su único placer como pasatiempo era la caza. Siempre estaba
cazando por las orillas del Ganges, pues fue allí donde un día encontró la felicidad. Y
un día mientras vagaba a lo largo de la orilla, sus ojos quedaron sorprendidos ante una
extraña visión. El río no fluía. Parecía como si algo hubiera detenido su curso. Lleno de
curiosidad siguió caminando por la orilla y vio una hilera de flechas que habían sido
clavadas unas junto a otras de tal forma que ni una sola gota de agua podía pasar entre
ellas. Santanu se quedó petrificado, sorprendido ante aquel repentino embalse que se
había producido en el río. Pero pronto se dio cuenta que no estaba solo: Ganga, su
amada Ganga, estaba de pie a su lado, con una dulce y serena sonrisa. El rey se sintió
desbordado, y mirándola con los ojos llenos de lágrimas le dijo:
—Ganga, por fin te has compadecido de mí. Todos estos años los he pasado en
soledad; me he sentido tan solo. Te quiero y no puedo vivir sin ti. Por favor regresa a mí.
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La Raza de la Luna o Dinastía Lunar fue, junto con la Dinastía Solar, una de las principales dinastías
del hinduismo. La Dinastía Lunar está extensamente descrita en el Vishnu Purana, donde se incluye en
este linaje al gran Sri Krishna, una encarnación de Vishnu.