Page 465 - Egipto Tomo 1
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histórica, y en hacerlo apreciar por sus alumnos. Tan laudables tentativas producirán de
seguro favorables resultados en el carácter y el espíritu de las generaciones venideras; pues
en cuanto á la presente carece por completo del sentimiento en virtud del cual se mira como
deber la conservación de los monumentos que otros tiempos nos han legado. No es que la
generación de nuestros dias, para la cual el porvenir es un don que Dios le ha concedido
independientemente de su voluntad y lo pasado nada significa, trabaje conscientemente en la
demolición de lo existente: pero en cambio no siente la necesidad de conservarlo: pues la
ruina de lo que durante siglos enteros se ha
juzgado por su santidad objeto de veneración
no le causa el dolor más insignificante. Lo
que carece de utilidad práctica no importa
que se derrumbe: dijérase que el espíritu
eminentemente conservador do los antiguos
egipcios: el empeño singular y hasta apasio-
nado que ponian en que subsistiera cuanto
levantaran con sus propias manos ó habían
heredado de sus predecesores, liase comple-
tamente extinguido en el ánimo de los que
han venido en pos de ellos, merced á las
mezclas que han resultado de la fusión de
diferentes razas. Prefieren levantar de nuevo
buscando deleite para sus sentidos, precisa-
mente en lo que tiene carácter de novedad, y
abandonan á su destino lo que el tiempo ha
convertido en caduco é inservible.
Desgraciadamente cuanto se ha edificado
con posterioridad á la conquista de Egipto por los turcos, no sólo
carece de solidez, sino que no lleva impreso siquiera el sello de
encantadora originalidad que podemos observar en todas partes,
inclusas las ruinas y los mutilados restos arquitectónicos de la época
AVES nocturnas
de los califas. Y sin embargo, casi hay motivo para alegrarse de
que en esos tiempos de decadencia no se haya pensado en restaurar los monumentos
antiguos, ya que el único ensayo llevado á cabo con tal propósito no puede ser más
lamentable. Las mezquitas del Cairo están construidas generalmente de sillares que forman
amarillentas: semejante procedimiento se puede observarlo
alternativamente fajas rojizas y
mismo en nuestra arquitectura que en la oriental, y la Toscana nos ofrece de ello repetidos
ejemplos. Pues bien, como el color rojo había palidecido con el transcurso del tiempo, creyóse
que debía hacerse algo para recibir dignamente á los personajes que invitara el Jetife con
motivo de la apertura del Itsmo de Suez y al efecto se juzgó lo más acertado devolver
EGIPTO. TOMO I.