Page 109 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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íaban redactadas conforme a los métodos lógicos corrientes entre los
escritores, porque él no podía sustraerse al imperioso influjo de la
inspiración divina que le dictaba cuanto debía consignar y omitir en
sus obras, coartándole la libertad de elección (1).
"Aunque esta materia no sea propia de este capítulo, la trato porque así
me lo imponen las órdenes de mi Señor, que yo he de cumplir fielmente. Por-
que yo no hablo sino por licencia de Dios. Y asimismo, no me detengo sino
ante el límite que se me señala. Esta obra, efectivamente, lo mismo que todas
las nuestras, no sigue el método corriente de las obras de los demás, como
tampoco seguimos nosotros en ella el método ordinariamente empleado por
los autores de otros libros cualesquiera. Todo autor, en efecto, escribe bajo
el imperio de su libre albedrío (aunque dicho se está que su libertad está so-
metida al decreto de Dios) o bajo la inspiración de la ciencia que especialmen-
te posee. Desecha, por consiguiente, lo que quiere y elige lo que bien le pla-
ce; o encuentra tan sólo lo que su propia ciencia le ofrece y la cuestión que
•está tratando le sugiere para ponerla en evidencia. En cambio, nosotros en
nuestras obras no procedemos de esa manera. Nuestros corazones se limitan a
permanecer inmóviles ante las puertas de la Majestad divina, espiando el mo-
mento en que esas puertas se abran al corazón, que por sí mismo nada posee,
pues es pobre y está vacío de todo conocimiento. Si en aquel estado se le pre-
guntase al corazón alguna cosa, ni siquiera oiria la pregunta, porque entonces
hasta carece de sensibilidad. Pero tan pronto como a través de aquel velo se
le revela de improviso alguna cosa, el corazón se apresura obediente a some-
terse a la inspiración recibida, acogiéndola tal y como le ha sido comunicada.
A veces, la cosa revelada es de naturaleza completamente heterogénea respecto
de las verdades del orden natural y corriente, que la razón discursiva y la cien-
cia exotérica o vulgar pueden conocer, y carece, por tanto, de toda analogía
o relación evidente con lo que los sabios profanos entienden, aunque tenga
con ello en el fondo una secreta relación que tan sólo los místicos iluminados
por Dios son capaces de descubrir. Todavía hay algo, a mi juicio, más raro y
extraordinario que todo esto, y es que, a veces, se le revelan a este corazón
cosas que se le manda que las escuche, por más que en aquel momento no sea
capaz de conocerlas, porque así lo ha dispuesto la Divina Providencia en sus
ocultos designios, que las criaturas no pueden penetrar. Por esta razón, el au-
tor que escribe al dictado de la inspiración divina consigna a veces cosas que
no tienen relación con la materia de aquel capítulo de que está tratando y que
a los oídos del lector vulgar suenan como interpolación de tema incoherente,
si bien para nosotros pertenecen al alma misma de aquel capítulo, aunque sea
bajo un aspecto que los demás ignoran. Es algo así como la paloma y el cuer-
(1) Fotuhat, I, 74.