Page 152 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
P. 152

El maestro de espíritu      141
       res de la ley de Dios, velando por su cumplimiento, mientras otros se
       consagraban a la misión de intercesores ante Dios en favor de los de-
       más; llamábanse pobres los que abrazaban la vida de pobreza volun-
       taria, viviendo de  la mendicidad o de  la ciega fe en  la providencia
       absteniéndose de pedir; las obras de caridad y beneficencia (cuidar
       de los pobres, enfermos y leprosos, servir de fámulos a los maestros
       de espíritu, etc.), ocupaban  la vida de no pocos, aunque sin recibir
       nombre peculiar, derivado de su profesión; en cambio, se apellidaban
       almorávides los que a la vida devota unían la militar, defendiendo las
       fronteras en conventos que a la vez eran cuarteles (ribats, rápitas),
       al modo de las órdenes militares del occidente cristiano; asimismo to-
       maban el nombre de paladines los que, a la manera de los caballeros
       andantes, consagraban su vida a la defensa de! derecho y a la protec-
       ción del débil contra la violencia y la injusticia; finalmente, en la cum-
       bre de la espiritualidad surgían los meditantes y contemplativos, en-
       tregados a la oración mental (1).
          El método o la regla no bastan sin maestro que inicie en su inte-
        ligencia y aplicación práctica. No sólo los cenobitas, sino hasta  los
       anacoretas acostumbraron a acompañarse cada uno de un discípulo
       para formarlo con sus enseñanzas y ejemplos. San Juan Crisóstomo
       pasó los cuatro años de su vida eremítica, bajo la dirección de un an-
       ciano. San Antonio tuvo como discípulo a Pablo el Simple, hasta que,
       acabada su formación, le asignó una celda próxima, pero aislada ya.
        Esta fué la costumbre general entre los anacoretas de la Tebaida. El
        discípulo, a cambio de la dirección espiritual que recibía, prestaba al
        anciano los servicios de fámulo en lo tocante a la vida material: traía-
       te agua,  le hacía la comida,  etc. (2).
          En su Libro del pastor enumera San Juan Clímaco (3)  las dotes
       que debía reunir el maestro de espíritu: como médico de las almas, el
        conocimiento de la psicología, carácter, temperamento y dolencias mo-

         (1)  Cfr. Risatat al-cods, passim.
         (2)  Besse, 26.
         (3)  Véase Pourrat,  I, 468.  Cfr. Besse,  140,  174-177.
   147   148   149   150   151   152   153   154   155   156   157