Page 147 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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136 Parte II. — Doctrina espiritual de Abenarabi
Fué problema que preocupó hondamente a los ascéticos cristianos
el de la opción entre la vida solitaria y cenobítica. Las ventajas espi-
rituales de esta última para la formación del novicio fueron ya señala-
das por Casiano, San Nilo, San Basilio y en general por todos los Pa-
dres. La vida en común, efectivamente, ofrece ocasiones constantes
para el ejercicio de varias virtudes—caridad, corrección fraterna, buen
ejemplo, humildad y obediencia — que en la vida eremítica faltan. En
cambio, esta última contribuye más que aquélla a la paz de espí-
ritu que es indispensable para la contemplación. Pesados, pues, los
motivos en pro y en contra, se optó por aconsejar la vida cenobítica a
los principiantes para su mejor probación y recomendarles la eremítica
tan sólo cuando, domadas ya sus pasiones en el trato con los her-
manos y bajo la dirección de un maestro, fueran aptos para la vida
contemplativa. Los hechos comprueban, además, esta doctrina, pues
si bien la vida eremítica precedió cronológicamente a la común, pronto
triunfó ésta y desalojó a aquélla en el mundo cristiano, desapareciendo
las lauras desde el siglo vil, a medida que los monasterios o conven-
tos aumentaban (1).
Un balance tan minucioso, o quizá más que el que precede, hicie-
ron los ascéticos musulmanes de los provechos e inconvenientes de una
y otra vida. Algazel en su lhía (2) los enumeró y analizó a fondo, atri-
buyendo a la soledad una mayor holgura y libertad para la devoción
y meditación, y un recurso mejor contra los pecados que implica la
vida social: maledicencia, hipocresía, envidia, odio, ambición, etc. La
cenobítica, en cambio, facilita los medios de vida, la instrucción y edu-
cación espiritual, el consuelo propio y ajeno, el buen ejemplo, las obras
de caridad y beneficencia, la propia humillación, el conocimiento de
los propios defectos para corregirlos, etc. La conclusión que Algazel
saca de este minucioso balance coincide en el fondo con la de los as-
céticos cristianos: a quien no tenga aún domadas las pasiones, le será
más útil la vida en común que no la solitaria.
al-cods (II, C) habla, además, concretamente de "la mujer que [el sufí] haya
escogido como "hermana en Dios".
(1) Cfr. Besse, 27-36; Pourrat, I, 440.
(2) Cfr. Asín, Algazel: Dogmática, moral y ascética, 407-426.