Page 148 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
P. 148

137
         No es tan decisiva y precisa  la doctrina de Abenarabi (1). Para
       lograr la perfección, debe el alma desprenderse de toda afición mun-
       dana y aspirar a la familiaridad y unión con solo Dios por la oración
       mental; parece, pues, evidente que  el novicio debería comenzar ya
       por  la vida  solitaria; pero Abenarabi no ignora  la  estricta necesi-
       dad del maestro que, como médico de las almas, tiene primero que
       dirigir,  instruir y educar  al  principiante; por  eso, aun  reconocien-
       do las ventajas de la soledad absoluta, condiciona ésta al estado es-
       piritual  del  novicio, y sólo cuando su formación  esté acabada,  se
       atreve a aconsejar su aislamiento definitivo. Entretanto, la compañía
       del maestro es preferible, pero evitando a la vez el trato de los segla-
       res y hasta el de sus mismos condiscípulos.
          Esta vacilante actitud es reflejo del medio occidental en que Abe-
       narabi se formó: no parece, en efecto, que la España musulmana hu-
       biese adoptado, como el islam orienta!, la institución de los cenobios
       o conventos, en los cuales la vida en común, sujeta a una regla, tenía
       organización parecida a  la de los monasterios cristianos. Abenarabi
       se formó, ya lo vimos (2), bajo la disciplina y dirección de diferentes
       maestros de espíritu, con los cuales sucesivamente estudiaba, solo o
       acompañado de condiscípulos, ya en las mezquitas, ya en los domici-
       lios personales de los maestros, ya en su propia casa, pero asistiendo
       diariamente a las conferencias y sirviéndoles como fámulo. No exis-
       tían en España los cenobios (ribats, ¡ancas, etc.) que Abenarabi con
       sorpresa mixta de disgusto encontró luego en oriente y cuya vida de
       relajación censura en su Risalat al-cods (3). Como en  la enseñanza
       profana (4), también, pues, en la formación espiritual profesaba Es-
       paña singular libertad, exenta de las trabas de una organización uni-
       forme: cada cual buscaba libremente al maestro que más le placía, y

         (1)  Tabdirat, 235.
         (2)  Cfr. supra, parte primera,  I y  II y Risalat al-cods, §  1,  2,  3,  4,  5, 6,
       7,  8,  9,  10,  15,  16,  18, 20, 24, 25, 26, 29, 42, 54 y 55.
         (3)  Cfr. Risalat  al-cods,  l.
         (4)  Ribera, La enseñanza entre los musulmanes españoles, apud Diserta-
       ciones y Opúsculos (Madrid, Maestre, 1928),  I, 229 sigtes.
   143   144   145   146   147   148   149   150   151   152   153