Page 150 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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La regla monástica         139
       de su probable influjo en  el islam (1). Otro género de documentos,
       análogos por su  fin, fueron los llamados testamentos, de época más
       tardía, cuyo modelo parecen ser los que redactó San Teodoro Estudita,
       abad del monasterio de Studium, en 759, y que también constan de re-
       comendaciones y encargos sobre  la doctrina ascética y vida mona-
       cal (2).
          Abenarabi rotula asimismo algunos de sus opúsculos ascéticos con
       palabras de significado muy análogo:  el titulado Amr es etimológica-
       mente una regla taxativa que deben seguir los que recorren el camino
       de Dios, y el capítulo xxn de su Tadbirat y el último de su Fotuhat
       titúlanse literalmente testamentos o recomendaciones para los que as-
       piran a la perfección. Que el Amr debe ser considerado como regla de
       religiosos,  lo acreditan además los hechos:  la suma de sufismo del
       Camaxjanuí (3), al enumerar las varias reglas conocidas todavía hoy
       como vigentes, mienta la de los sufíes que se apellidan alacharía, por
       seguir la regla de Abenarabi (al-Xeij al-ácbar), y fija las condiciones
       esenciales de su peculiar método (taúca), que se basa en estas cuatro
       prácticas ascéticas:  silencio, aislamiento, hambre y vigilia nocturna,
       las cuales, efectivamente, da Abenarabi como fundamentales en todos
       sus opúsculos.
          Esta regla, ya lo hemos dicho, data de su estancia en oriente y obe-
       dece a una rectificación de plan, pues en España no existía regla pro-
       piamente dicha. No vaya, sin embargo, a inferirse de aquí que la falta
       de regla monástica en el islam español implicase falta de método es-
       piritual. Cabalmente  el mismo Abenarabi deshizo  el equívoco en sus
       disputas con los sufíes de oriente que acusaban a los españoles de ca-
        recer de una regla (taúca) para la vida religiosa. Abenarabi atinada-
        mente replicaba que  si, en efecto, vivían sin someterse a una norma
        escrita, fija y uniforme, en cambio, a pesar de la multiplicidad de los
        procedimientos, o quizá cabalmente por su misma rica variedad, adap-


          (1)  Besse, capítulo  IV.
          (2)  Pourrat, 472.
         (3)  Chami al-osul,  3, 99.
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