Page 246 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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La criteriología de Abenarabi 235
esfuerzo que sus normas atañen más a la vida ascética que a las altas
vías de la mística. Algazel escribía para la masa general del pueblo
fiel, más que para la minoría selecta de los escogidos. El mismo no fué
un contemplativo ni un extático, capaz de discernir los favores divinos
de iluminación por personal experiencia, que, según Abenarabi, jamás
alcanzó. Por eso, las normas especiales de discreción en los casos ex-
traordinarios, es decir, en las gracias místicas, no aparecen de modo
explícito en sus libros.
Abenarabi, en cambio, apenas si alude de pasada a las reglas ge-
nerales atinentes a la tentación y a la gracia, útiles sólo para los prin-
cipiantes. Toda su atención se polariza en torno del éxtasis y de sus
fenómenos concomitantes, para discernir entre los auténticos y los apó-
crifos. Veamos de resumir su criteriología a este respecto (1).
Gira toda ella sobre los mismos tres puntos de vista que sirven,
todavía hoy, de orientación a nuestros teólogos en el problema, es a
saber: sobre la complexión física del sujeto; sobre la materia u objeto
de las gracias iluminativas; sobre la naturaleza y efectos del fenómeno
místico.
Ante todo, hay que tener en cuenta el temperamento del sujeto (2).
Con certera intuición psicológica comprende Abenarabi que el fenóme-
no místico, aun siendo auténtico y trascendiendo por eso del orden
natural, tiene su campo de acción en un sujeto humano, cuya natural
psicofisiología no debe, por lo tanto olvidarse en la solución del proble-
ma crítico. Va, en efecto, siempre acompañado aquél de repercusiones
físicas, que son, aunque más o menos anormales y quizá patológicas,
secuela fatal de la constitución orgánica, o, como diríamos hoy, de la
tonalidad sana o morbosa del sistema nervioso del sujeto. El espíritu,
al ser embestido por la luz divina, queda abrumado bajo el peso de su
fuerza, desproporcionada, como sobrenatural que es, a la capacidad
receptiva de aquél, que es finito. Esta absorción del espíritu por la di-
vina luz súmele en un estado de enajenación y aun de ligadura de los
(1) Tohfo, 10-11, Tadbirat, 213-216, 238; Anwar, 14-16. Cfr. Risalat al-
cods, l, C.
(2) Sobre este punto véase a Pinard, op. cit., II, 305.