Page 248 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Visiones diabólicas, angélicas y divinas  237
        las cuales aparecen al alma. Adopta en este punto las supersticiosas
        creencias de la oneirocrítica, tan extendidas durante la edad media, así
        en el islam como en la Europa cristiana. Si la visión reviste formas de
        animales, bestias o fieras, es síntoma seguro de su origen diabólico y
       vehículo de sugestión de las pasiones bestiales y feroces que asemejan
       al hombre con los irracionales. Dígase lo propio si las figuras son de
       demonios, correspondiendo a las pasiones satánicas. En cambio,  si la
       visión en sueños representa amenos paisajes, o luces brillantes y ascen-
       siones del alma, o figuras de ángeles y del mundo astronómico, ya en-
       tonces la inspiración es buena y procede del corazón, del espíritu o
       de un ángel, respectivamente. Sólo cuando lo visto en sueños es algu-
       no de los divinos atributos, la inspiración trae su origen de Dios mismo.
       Pero en todos estos casos, excepto los dos primeros que son evidente-
       mente malos o diabólicos, el discernimiento es aleatorio y dudoso, sin
       el consejo de un director experto. El criterio más seguro es para Abe-
       narabi el de desechar toda visión imaginativa, aunque parezca al alma
       que es Dios quien por ella se le revela, puesto que Dios carece de se-
       mejanzas y modos (1).
          Mucho más interesante es la doctrina criteriológica que se basa en
       el tercer punto de vista: la naturaleza y efectos del estado místico. He
       aquí  las normas para  el  discernimiento, consignadas en  el  Tadbi-
       rat (2):  1.  a  Si por la intensidad del trance pierde el sujeto la concien-
       cia de todo lo sensible y en  tal estado le sobreviene alguna ilumina-
       ción (de cuyo contenido ideológico se da cuenta, pudiendo, por lo tanto,
       explicarlo al salir del trance), entonces el estado místico es auténtico
       y de origen divino. Sus efectos son cierta emoción de alegría espiri-
                                         a
       tual, acompañada a veces de sensación de frescura. 2.  Si en cambio al
       salir del éxtasis el sujeto no encuentra en sí más que el vago recuerdo
       de haber estado, durante el tiempo de la inconsciencia, como sujetado
       o cogido por alguien, entonces  el trance fué un fenómeno natural y
       simple efecto de la complexión física del sujeto, atacado de síncope o
       de enilepsia. 3.° Si al perder la conciencia del mundo exterior y de sí
         (1)  Tohfa, 10-11  ; Anwar,  16.
         (2)  Tadbirat, 213-216.
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