Page 253 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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242 Parte II. — Doctrina espiritual de Abenarabi
creer es sentir inclinación afectuosa, de simpatía incipiente, a lo que
Dios nos manda, en contra de las pasiones, al deber y a la justicia,
enfrente del mal y del pecado. El momento segundo se llama dilección
o afecto (hobb): es la misma inclinación inicial de la simpatía, pero
consentida ya sinceramente, es decir, con exclusión firme de todo otro
objeto amado, distinto del que provocó la simpatía. Transportado a lo
divino, este momento segundo implica en el alma la preferencia por
Dios, frente a todo lo que no es El El momento tercero es la pasión
(ixc), es decir, el amor excesivo que cautiva al alma y de ella se adue-
ña, trascendiendo al sujeto en toda su integridad y cegándolo para
no ver ya más que al amado, ni oir en todas las cosas más que a él.
Finalmente, el amor, en cualquiera de los tres estados anteriores, se
llama cariño (wadd), cuando es constante, cuando se conserva incó-
lume a despecho de olvidos y desdenes, contrariedades y ausencias (1).
En sí mismo considerado todavía, el amor, en cualquiera de sus
estados o momentos, es un apetito, sensitivo o intelectual, una tenden-
cia o adhesión del amante hacia algo del objeto amado; pero, si bien
se analiza, esa tendencia no es una cualidad accidental o mera rela-
ción del amante, sino, más bien, una propiedad esencial suya, puesto
que no cesa o desaparece, mientras el amante existe. Cierto es que
la adhesión a un objeto concreto no perdura siempre; pero si cesa,
es para tender a otro objeto diferente. El apetito, pues, persevera en
sí mismo inmutable; tan sólo cambia el objeto apetecido. Luego el
amor se identifica esencialmente con el amante. No hay, por lo tanto,
entre el amante y el amado un tercer término, relación o cualidad acci-
dental. Sólo existen dos términos: amante y amado (2). Por otra par-
te, aunque resulte paradoja, lo amado no es el amado, pues lo que el
amante busca y apetece no es la persona misma a quien ama, sino algo
de ésta que para el amante no existe todavía, es decir, su vista, su
trato y conversación, besarla o abrazarla y unirse con ella. Logrado
eso que ama, el amante sigue todavía amando su continuidad o reite-
(1) Fotuhat, II, 426, 443.
(2) Fotuhat, II, 437.